El canal de Nicaragua
UNA empresa china, HKND Group, ha iniciado las obras para el gigantesco proyecto en Nicaragua de canal fluvial entre el Pacífico y el Atlántico. Un macroproyecto de 278 kilómetros, tres veces el de Panamá, con un ancho máximo de 230 metros, que empleará a 50.000 personas y generará previsiblemente otros 200.000 puestos indirectos. La obra va acompañada de la construcción de dos puertos, una zona de libre comercio con una ciudad para 140.000 habitantes, un oleoducto y un aeropuerto. La empresa ha obtenido la concesión para gestionar su construcción, valorada en unos 50.000 millones de dólares, y su explotación por medio siglo prorrogable en otros 50 años.
La megaobra del canal –de la que hubo unos primeros proyectos en el siglo XIX y fue aprobada en el 2013 por el Parlamento nicaragüense– tiene sin embargo aspectos muy polémicos y otros poco claros. Por supuesto, el primero es de carácter financiero. La empresa concesionaria, HKND, del hasta ahora poco conocido empresario chino Wang Jing, carece de experiencia en este tipo de obra y ni siquiera está claro que disponga de la financiación necesaria para llevarla a cabo. Otra cuestión es la poca o nula información sobre el impacto ambiental que una obra de estas proporciones provocará, y más teniendo en cuenta que el trazado del canal discurre durante 90 kilómetros por el lago Nicaragua, la reserva de agua dulce más importante de Centroamérica y cuyos ecosistemas pueden verse gravemente alterados por el tránsito de grandes buques. Tampoco están claras las condiciones de construcción y explotación. El Gobierno nicaragüense que preside el exsandinista Daniel Ortega no ha exigido a la empresa adjudicataria la colaboración de empresas locales, ni la utilización de mano de obra nacional, ni siquiera ha puesto condiciones sobre los beneficios generados por la infraestructura ni los impuestos que pagar. En cambio, le ha ofrecido condiciones muy ventajosas para la compra de tierras, que ya han comportado violentas protestas de los campesinos afectados.
Al margen de los beneficios que esta obra reporte realmente a los nicaragüenses, también hay que tener presente la influencia que, de llevarse a cabo el canal de Nicaragua, supondrá para el equilibrio político, financiero y económico de la región y, en especial, con respecto al canal de Panamá, administrado desde 1999 por el Gobierno de este país. No sólo por la competencia entre los dos países, sino por el hecho de que China consiga de hecho establecer una importante base naval y económico-financiera en la región.