La Vanguardia

Una cortina de humo

- Remei Margarit R. MARGARIT, psicóloga y escritora

Después de esta larga temporada en la que no se ha hablado más que de soberanía, identidad, independen­cia y otras cuestiones parecidas, una ha tomado distancia y se ha dado cuenta de que todo ha sido una cortina de humo para no tener que hablar de cosas más serias como son los desahucios diarios en las ciudades, la pobreza energética, los comedores sociales, las becas comedor para las escuelas, las largas esperas para los hospitales, la falta de partidas para la mesa del tercer sector y un montón de etcéteras que forman parte de las necesidade­s vitales más urgentes de las personas.

El discurso de Artur Mas en el Fòrum, que escuché con gran atención, me pareció un trabajo pulido, claro y estructura­do, e incluso con signos de una cierta modestia al decir que si no encabezaba la lista que pedía, la podía cerrar, aunque me pareció un trabajo de curso de secundaria que no pasaría en la universida­d por la sencilla razón de que era un oxímoron: una mejor democracia no se puede edificar cargándose o hibernando los pilares que han construido la democracia desde que existe, como son los partidos políticos y las institucio­nes. Cuarenta y ocho horas más tarde volví a escucharle en una entrevista en la radio en la que decía que estaba dispuesto a presentars­e de nuevo en las próximas elecciones. Es decir, que lo del Fòrum fue un pequeño farol, por decirlo de manera suave.

Por otro lado, Oriol Junqueras, que ha respaldado los presupuest­os de CiU durante estos dos años, sigue con su monotemáti­co discurso de la independen­cia como si fuese una panacea que lo curará todo, sabiendo, no obstante, que no es real.

Y hay que decir que Josep Cuní estuvo moralmente exacto cuando en una de sus tertulias y contestand­o al argumento de un tertuliano de “no hay recursos”, él pronunció unas palabras como un puñetazo en la mesa: “La política son las prioridade­s”. Sí señor, la política son las prioridade­s y no es necesario abrir delegacion­es de Catalunya en Roma y Austria, además de las que ya hay en otros lugares, con todo el gasto que ello comporta, si no se pueden pagar las farmacias y se cierran camas de hospital.

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