Volver a empezar al salir de la carcel
Un programa para la reinserción
Los primeros años de prisión que recuerda José son muy diferentes a los últimos. “Al principio no todo el mundo llevaba anillos, relojes o incluso bambas. Eso era algo que te tenías que ganar, te lo tenías que ganar todo”, explica este, ahora pescadero, de 42 años, de los que 22 los ha pasado entre rejas. No seguidos, pero casi. La primera vez que entró en prisión lo hizo en 1986. A los doce años se enganchó a la heroína: tirones, atracos, robo de coches... José fue un ejemplo de la delincuencia de miseria de los años 80 y 90 que tiene como una de las referencias más famosas al Vaquilla. José es ahora un ejemplo de reinserción. Su agujero fue profundo, pero salió. Ahora limpio de drogas, tiene un contrato indefinido.
Él es uno de los 2.263 internos que, tras entrar en la fase final de su condena, se han visto beneficiados por el programa de reinserción Reincorpora al que, desde 2011, la Obra Social la Caixa ha destinado más de ocho millones de euros (el conseller de Justicia de la Generalitat, Germà Gordó, y el director general de la Fundació la Caixa, Jaume Giró, renovaron la colaboración hace unos días). José habla calmado, reflexivo, transmite paz consigo mismo. “No pienso en lo que he perdido, ahora pienso solo en vivir tranquilo, en tener una vida”, señala alabando cosas tan sencillas como pasear por la calle sin la sensación de estar en una constante huida. “Antes la cárcel era más de castigo, todo tenía un precio y, de hecho, tú dentro no eras el mismo: te creabas un yo, por lo que acababas metiéndote en más líos”. Todo contaba en el estatus presidiario, también las fugas. Una época de delincuencia de miseria a la que otros muchos no so- brevivieron. “Ahora si quieres puedes salir: hay psicólogos, terapeutas, ahora la cárcel sí que está orientada a la reinserción”, sentencia a la vez que agradece el trabajo de la Asociación de Ayuda al Toxicómano.
Un cambio de orientación, de modelo presidiario orientado a la reinserción que, curiosamente data de principios del siglo XX: La cárcel Modelo se construyó con este fin... aunque esa función más social no llegó hasta muchos años después. Ahora, al menos se puede elegir. Laura, que no se llama así en verdad y que roza los cuarenta, asiente. Está en libertad condicional: fue condenada a siete años por estafa. Su anterior pareja creó una empresa que timó un millón de euros a pequeños inversores. Ella era una de las administradoras, tenía firma, y por tanto fue condenada... Está pendiente de una posible absolución. “Yo no sabía nada”, asegura. Siempre llevó una vida nor- mal, siempre trabajando, hasta que, de pronto, sin esperarlo acabó entre rejas. “Yo pensé que a lo mejor eran cuatro años, que a lo mejor no acababa ingresando en prisión... Al final fueron siete años”, explica, a la vez que añade: “Y eso de que cuando sales tienes el paro, es mentira”.
Desde que entró en la cárcel ha estado trabajando, allí dentro; y después con prácticas fuera. Ahora, a través del programa Reincorpora acaba de encontrar un puesto de trabajo en una entidad desde donde ayudará a otras personas. “Siempre he querido trabajar donde me sintiera útil y pudiera ayudar a la gente”, añade Laura. Según datos del Departament
Más de 2.000 internos se han beneficiado del programa Reincorpora de la Obra Social la Caixa
de Justicia y de la Obra Social La Caixa, en el 2014 el 50% de los que han completado el programa, 238 de 474, ya han encontrado trabajo.
José pone el colofón a esta historia “Estoy en una empresa en la que estoy muy a gusto, la policía pasa a mi lado y no tengo la necesidad de huir, puedo vivir tranquilo. Tengo vida”.