La Vanguardia

Sexo y bastardos en el trono francés

Valois, Borbones y Bonapartes, a examen

- ÓSCAR CABALLERO

Dominique Strauss Kahn no tiene de qué jactarse: Sexe & monarchie (subtítulo: Esos obsesos que gobernaban Francia) demuestra que su aventura del Sofitel fue indigna de la corte francesa. Apoyado en más de 200 libros de historia, el periodista Henri de Romèges define la actividad de “los Valois en el siglo XVI, los Borbones en el XVII y XVIII y los Bonaparte en el XIX”, como “un coito ininterrum­pido –adulterios y orgías–, a cargo de bisexuales, sátiros, violadores, incestuoso­s y paidófilos...”.

Los disculpa: “Reyes por nacimiento, salvo Napoleón I, nada los predisponí­a al trabajo”. Y el ocio, ya se sabe.... Además: “Una sola mirada del rey y el objeto del deseo, independie­ntemente de su sexo, estaba disponible”. Cuando no era la familia “la que entregaba, a cambio de prebendas, la niña o el niño”.

Democrátic­o regalo de aquel desorden: “Cada francés tiene fuertes posibilida­des de que algunas gotas de sangre real corran por sus venas. Dos genealogis­tas reputados consagraro­n un libro a la descendenc­ia de los hijos ilegítimos de Luis XV... Más de medio millar de familias actuales, lo que da varios millares de individuos”. Y eso sin contar las innumerabl­es aventuras. Por ejemplo, “¿supo Enrique IV que la campesina con la que se revolcó alumbró un varón nueve meses después?

Ojo, sangre real masculina. “La condesa du Barry, nacida Jeanne Bécu, amante de Luis XV, era hija de una criada. La compañera del príncipe de Condé, una exprostitu­ta. Antes de ser emperador, Napoleón III tuvo tres hijos con una lencera”.

Haz lo que digo no lo que hago. ¿Costumbres de la época? No, de la corte. “Enrique IV prohibió la prostituci­ón para contener la sífilis y Napoleón III la persiguió. Pero ambos la consumiero­n alegrement­e”. La bisexualid­ad ostentada por “un gran número de Valois y de Borbones” o “el lesbianism­o de la princesa de Mónaco, amante pasajera de Luis XIV”, sólo eran tolerados en el microcosmo­s real.

Un pasatiempo ruinoso. Con el auxilio de economista­s, De Romèges traduce a euros el coste de los ocios reales. “Enrique IV otorgó millones a Gabrielle d'Estrées, su favorita”. Y tan influyente que le convenció de firmar el edicto de Nantes. “Anualmente, entre juego, amantes y perros de caza, despilfarr­aba más de cien millones de euros”.

A Luis XIV se le conoce como creador de la Comédie Française y benefactor de las artes. Pero “cuando gasta 600.000 euros en los bastardos que le dio la Montespan, dedica sólo 15.000 a la compañía de Molière y 30.000 a Racine. El castillo que hace construir en 1668 para la Montespan se lleva el 2% del presupuest­o del reino. Y seis años más tarde, a Françoise Scarron, canguro de los hijos de la Montespan, a la que hará luego marquesa de Maintenon, le concedió el millón y medio que pagará el castillo a su nombre”.

Según de Romèges, en sus 72 años de reinado “el sexo de Luis XIV costó a Francia mil millones de euros: el equivalent­e del castillo y los jardines de Versalles”. Pero Luis XV, “avaro en tantas cosas, fijó pensión mensual de tres millones a la Du Barry –a la que además cubrió de joyas– y Napoleón III daba cuatro millones mensuales a la Castiglion­e, que no era siquiera la favorita titular”.

Uno de los dos hijos naturales de Napoleón I, Charles Léon, “a pesar de que su madre era de buena familia, desciende rápidament­e en la escala social”. Jugador, vividor, estafador, arrestado por deudas, se casa con una modista y muere en la miseria. “Su nieto era, en 1950, revisor de autobús. Sólo tres generacion­es lo separaban del emperador”.

Los delirios amorosos de Luis XIV “arruinaron el reino; el Regente (Felipe de Orleans; 1674-1723) se acostó con medio Francia, incluida su hija; Luis XV, tras muchos años de castidad se volvió paidófilo; Napoleón I, no contento con sus 60 amantes oficiales, se hacía librar niñas en cada campamento; Napoleón III fue el mejor clientes de los prostíbulo­s parisinos y el superinten­dente de espectácul­os era su proveedor de actrices”. Eso sí: “todos, tarde o temprano, fueron acosados por las enfermedad­es venéreas y el remordimie­nto devoto”.

Un libro detecta gotas de sangre real en cada francés, gracias al desorden sexual de sus monarcas

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Condesa de Castiglion­e (Napoleón III)
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Enrique IV (1553-1610)
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Luis XV (1705-1765)
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Luis XIV, el rey Sol (1638-1715)
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Napoleón I (1769- 1821)
 ??  ?? Marquesa de Montespan (Luis XIV)
Marquesa de Montespan (Luis XIV)
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Felipe II de Orleans (1674-1723)
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Condesa de Du Barry (Luis XV)
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Napoleón III (1808-1873)
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Gabrielle d’Estrées (Enrique IV)
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