Detrás del glamur
James Dean con chupa de cuero, montado en su Triumph modelo TR5 Trophy. Marilyn Monroe con rostro angustiado, vestida como los ángeles y con la mirada fijada en Jack Benny. Frank Sinatra encendiendo el cigarrillo del recién electo presidente Kennedy. Son algunos de los icónicos retratos de las grandes estrellas de Hollywood que capturó la cámara de Phil Stern, fallecido el pasado 13 de diciembre a los 95 años en Los Ángeles, California, debido a un enfisema pulmonar.
Sus imágenes captaron siempre el perfil más humano de sus protagonistas y le convirtieron en uno de los freelance más cotizados de la ciudad. “Los artistas se sentían cómodos conmigo”, explicó en una entrevista con Los Angeles Times. Nadie escapó a su objetivo, algo que él achacó a la fortuna pero que también se ganó esquivando el fuego cruzado y recibiendo el impacto de metralla durante la Segunda Guerra Mundial o acompañando a los retratados durante días antes de dar con el momento mágico.
Por su trabajo en el frente de África y durante la invasión aliada en Sicilia, antes de los re- conocimientos en LA, fue condecorado con la medalla Corazón Púrpura. Tras la guerra, reanudó el oficio que había empezado a los 18 años, con una Kodak promocional que le consiguió su madre, como aprendiz en un estudio en Nueva York y encargado del cuarto oscuro del Police Gazette.
Nacido en Filadelfia, Pensilvania, en 1919, Stern empezó a tomar fotografías en 1939 para
Friday, que le envió a Los Ángeles en 1941. Unos meses más tarde la revista cerró y encontró sustento en otras publicaciones como Life y Look.
Tras el periodo bélico, se dedicó a cultivar su buena relación con la industria del cine. Además de retratar famosos, trabajó hasta su retirada a finales de los ochenta como especialista en imagen fija en películas, cubrió rodajes en el extranjero y realizó portadas para álbumes de jazz.
Sobre su relación con Hollywood siempre mantuvo un perfil bajo: “Era como el fontanero que viene a arreglarte el baño, después no lo vuelves a ver más”. A pesar de todo, hizo buenas migas con John Wayne – quién calificaba de “fascista neandertal” durante agitadas discusiones políticas– y James Dean. Al segundo le conoció tras estar a punto de atropellarle cuando el actor se saltó con su motocicleta un semáforo en rojo.
Stern acostumbraba a rebajar el estatus de la fotografía. Para él, su vocación no era equiparable a la del artista, algo que ilustraba con un escueto “Matisse no soy”. En 1999 describió en Discover Hollywood la naturaleza de la fotografía perfecta: “Sabes la que es, pero nunca la consigues. Igualmente, sigues buscándola. Yo todavía no la he encontrado”.
David Fahey, propietario de la galería que expuso durante años el trabajo de Stern, explicó al LA Times que su obra –que se puede consultar gratuitamente en www.philsternarchives.com – “contribuyó a fijar el pensamiento de una época sobre lo que era incuestionablemente auténtico y cool”. Andy Warhol, Audrey Hepburn, Groucho Marx, Marlon Brando, Ella Fitzgerald, Louis Armstrong, los mencionados más arriba en este artículo y un largo etcétera; todos fueron humanizados por la esencia de la fotografía de Phil Stern.