La Vanguardia

La del ombligo bailón

- JAUME COLLELL

Raffaella Carrà es un producto italiano fresco y alegre que explotó las noches televisiva­s de TVE en los años setenta y noventa con un castellano macarrónic­o, en programas de entretenim­iento a base de canción y entrevista­s, con su melena rubia y su ombligo bailón.

Nacida en Bolonia en 1943, la artista ya empezó a mover el cuerpo a los tres años en sus clases de ballet clásico en el teatro Comunal de su ciudad. Vivía en un chalet céntrico que tenía un gran jardín y estudiaba en el colegio de España. Su madre, separada, les puso a ella y a su hermano una profesora de inglés que vivía con ellos.

El ambiente de libertad total del que disfrutó de niña sobre todo tomaba cuerpo durante los veranos cuando se iba de vacaciones a Bellaria, en la Romagna, porque allí vivían su abuela y sus primos. Era un viaje hasta el mar, una ventana abierta a nuevos amigos con quien jugar, a gente distinta con la

Se hizo popular en Televisión Española con el programa ‘Hola Raffaella’

que hablar y a nuevos platos para degustar. La pasión por la danza, no obstante, fue creciendo en la pequeña Raffaella hasta que con ocho años suplicó a su madre que la matricular­a en Roma a una academia de danza clásica.

Estuvo al amparo de una monja que la acompañaba a las clases hasta que su madre se trasladó a la capital. Con 15 años el espíritu artístico de la joven emprendió un rumbo definitivo con el ingreso en el Centro Sperimenta­le de Cinematogr­afia.

Antes de su aparición en las television­es españolas, primero la pública y después las privadas, Carrà desembarcó en Barcelona con la compañía de Giulio Bosetti en 1965 con la obra de Diego Fabri Il seduttore. Rodó aquí un par de películas y triunfó poco después en Latinoamér­ica. El público la recuerda especialme­nte por los programas Hola Raffaella en TVE y En casa con Raffaella en Tele 5. Fueron célebres sus temas Para hacer bien el amor hay que venir al sur y Explótame, explótame, expló…, en los que ponía a prueba sus cervicales. En 1993 publicó un libro de recetas y un régimen que ella misma siguió y con el que perdió varios kilos.

Toda carrera artística parte de una sólida arquitectu­ra interior. En el caso de Carrà, fruto de su formación y del empeño vocacional, nació lo que se conoce como una show girl, mezcla de actriz de cine, teatro, bailarina, cantante, show-women en definitiva. A sus setenta años, la artista continua en plena actividad. A principios de años estuvo en España presentand­o su último disco, una recopilaci­ón de temas dance con títulos en inglés, italiano y español. Lo hizo con este aspecto de lince que la caracteriz­a, enfundada en un vestido ceñido, con mitones de cuero y tacones de medio palmo. Ahora está a punto de estrenar en RAI1 un programa que ha ideado junto a su compañero, el coreógrafo Sergio Japino. Lo de siempre, un show en el que presenta, canta y baila.

El carácter de Raffaella Carrà contagia energía y vida a su entorno. A través de la pantalla transmite que está a gusto con lo que hace y que se siente feliz con su profesión. Tiene un sentido cósmico de los demás y se muestra más pragmática que idealista, porque al fin las promesas quedan en el aire y los hechos permanecen. Frente a los tropiezos, la actriz saca sus reservas de humor e ironía que siempre le ayudan a superarlos. Transparen­te y cálida, sabe detectar sus defectos y perdonarse los excesos. Agradecida a las circunstan­cias, Raffaella Carrà nunca hubiera pensado llegar donde está y se considera, a pesar de sus esfuerzos, una persona con mucha suerte.

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