EL REVOLUCIONARIO
Desde el Vaticano, el papa Francisco ha surgido como el rostro más humano de un mundo en reconstrucción, amenazado por los fundamentalismos tanto religiosos como económicos. Dispuesto a mantener la frugal dieta detox entre la jerarquía eclesiástica, su filosofía se resume en menos oropeles y más jabón. Tolerancia cero ante la paidofilia, cercanía sin impostura, sensibilidad, alta diplomacia. Todos sus gestos, sus palabras y medidas –contenido y forma– han sido aplaudidas por el ciudadano del mundo, católico o no. Muchos de sus fieles se habían sentido muy cerca de aquellas palabras de Jesucristo en la cruz: “Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. Hasta que llegó Francisco. Una de las grandes, y buenas, noticias del año.