El PP contra sí mismo
El partido del presidente espera un impulso en el discurso y caras nuevas para afrontar el año electoral
Hay que nombrar un director de campaña”. Fue la respuesta del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, el pasado 6 de diciembre cuando fue preguntado por si pensaba introducir cambios en la dirección de su partido. Y los dirigentes del PP esperan que ese nombramiento suponga la confirmación de que su líder quiere reforzar el partido, y con ello lanzar un mensaje de que va a por todas en el año electoral.
En el PP hay un sentimiento generalizado de que el partido no funciona bien, que ya no es la máquina capaz en otros tiempos de ganar elecciones, por muy difíciles que fueran, como las municipales y autonómicas del 2003, cuando se esperaba una derrota por la guerra de Iraq. Eso sí, después llegó la incontrolable derrota del 2004 tras los atentados del 11-M.
El propio Rajoy ha tenido que poner las pilas a su equipo. En el último comité ejecutivo pidió más presencia del Gobierno y del PP en la calle y en los medios para “ocupar todos los espacios”, para explicar lo realizado por el Gobierno y los buenos datos económicos. Un reconocimiento, a juicio de una buena parte de la dirección, de que el el partido no funciona como debiera y que hay un déficit de presencia y sobre todo de influencia. A eso se añade que la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, tendrá que dedicar ahora sus esfuerzos a mantener la presidencia de Cas- tilla-La Mancha, ya que su futuro político depende de que pueda volver a gobernar en esa comunidad. Muchos dirigentes del PP esperan que Rajoy tome cartas en el asunto y ponga al frente de la campaña a un político potente que insufle energía y ganas al partido, que debe actuar como si el PP estuviera en la oposición. Un director de campaña con autoridad política y moral sobre toda la organización, en todos los territorios, y entre todos los dirigentes, pero también con buena imagen entre los militantes y simpatizantes, que arrastre y tenga capacidad de influencia electoral.
Las fuentes consultadas reconocen que la irrupción de Podemos obliga al PP a hacer una campaña muy distinta de la que hizo en las europeas. El PP no debe –reflexionan– asumir el papel del partido que apoya a un Gobierno con mayoría absoluta. La partida ya no sólo se juega entre PSOE y PP. La formación de Pablo Iglesias también cuenta. Y mucho, aunque no se presente como tal a las municipales sí batallará en las autonómicas y su líder arrancará la campaña de las generales.
El otro golpe de autoridad de Rajoy se espera con los candidatos. Si Rajoy opta por la continuidad de los carteles electorales, a pesar de que algunos estén ya quemados, llevará a una interpretación muy distinta de si comienza una renovación. Sería, dicen, una señal de que el presidente del Gobierno va a poner toda la carne en el asador para luchar por las generales y no se deja llevar por la inercia.