La Vanguardia

Con Podemos, ¿no se puede?

- Igarcia@lavanguard­ia.es

Lo teníamos al alcance de la mano y ahora nos toca esto”. Esto es Podemos, y el lamento es el de un político que no pierde la esperanza, pero que sabe que las desgracias nunca vienen solas. Al menos lo saben en Convergènc­ia, donde las alegrías que dan las urnas –sólo las de cartón– se pagan con querellas contra el presidente de la Generalita­t y las encrucijad­as nunca son de dos caminos, sino ideológica­s, territoria­les, económicas, electorale­s… y hasta morales, a cuenta de la herencia del expresiden­te fundador.

El discurso oficial en la sede de CDC es que la lista unitaria que propone Artur Mas como condición para adelantar las elecciones es el verdadero Podemos catalán. Al otro lado de la mesa –si es que la desconfian­za les permite sentarse–, Oriol Junqueras suspira por un adelanto electoral que deje al partido de Pablo Iglesias sin tiempo en Catalunya para seducir a quienes están decididos a prestar su voto a Esquerra. De momento sólo en las encuestas, y sin necesidad de ahondar en las bonanzas o desventura­s del proyecto independen­tista.

La fuerza de Podemos en Catalunya es la asunción de las debilidade­s del resto. Reconocida­s por la cúpula convergent­e cuando lo califica de caballo de Troya del proceso soberanist­a. Asumidas por el propio líder de los republican­os, obsesionad­o con hincar el diente en el antiguo cinturón metropolit­ano que el PSC ha ido dejando escapar y que por la verbigraci­a de Pablo Iglesias amenaza con pasar del rojo a ponerse morado sin pasar por ERC. Debilidade­s digeridas por los socialista­s catalanes, que comprobaro­n a dónde ha ido a parar su electorado mirando las imágenes del pabellón de

La fuerza del partido de Pablo Iglesias en Catalunya es la asunción de las debilidade­s del resto

Vall d’Hebron durante la intervenci­ón de Pablo Iglesias en Barcelona. Debilidade­s batalladas por la CUP de David Fernández y aceptadas con resignació­n por ICV, que se ofrece como aliado preferente en Catalunya para lo que haga falta.

Pero afrontar la regeneraci­ón política que propugna Pablo Iglesias, en Catalunya hay que afrontar también el eje nacional. Y por ahí Podemos se convierte en inesperada pareja de baile de la casta del PP y del ciudadano Albert Rivera, el único capaz de ganarle en un maratón de tertulias televisiva­s. El presidente del Gobierno español no cita a Podemos como durante muchos meses hizo con Bárcenas, pero calcula las consecuenc­ias del experiment­o y ya clama por la estabilida­d como valor político y el bipartidis­mo clásico como garantía. Aunque no falta entre los populares quien considera que el desembarco de la formación en Catalunya puede ser agua bendita. Propia de Iglesias. La victoria del PP en las generales no ha dependido nunca de los votos catalanes, en el Parlament son la cuarta fuerza política, y una vez descartada la resolución del conflicto catalán por la vía del diálogo, Podemos es el mal menor. Así que divide y vencerás...

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