Navidades tecnológicas
He leído que lo que más ha triunfado en la red son los comentarios de los “cuñados” en las cenas y comidas navideñas. Lo cierto es que cada vez el teléfono móvil está más presente en las mesas de celebración de todo tipo, y estas Navidades creo que se ha producido un salto cualitativo y no en lo que se refiere a contar fuera del comedor en cuestión, al mundo entero, lo que ha pasado dentro.
El teléfono se ha convertido en el gran protagonista y el invitado principal. No como regalo, o como muestra de las prestaciones que tiene, o para ostentar de aparato, eso ya forma parte del pasado aunque sea todavía uno de los objetos más comprados. Ahora lo que cuenta es lo que contiene, lo que hay en él y cómo nuestra vida pasa a través de él.
Ya todo está en él, todo gira a su alrededor. También cuando hay invitados o se va de invitado y sea cual sea la celebración. Y no sólo porque los adolescentes estén –o quieran estar, si el control de los padres se hace efectivo– conectados con su grupo o grupos de WhatsApp; sino porque el resto de los comensales, de toda edad y condición, ya no son nada, o nadie, sin este aparato. Los teléfonos circulan entre todos para mostrar fotos, chistes o cualquier otra cosa que se ha enviado, te han enviado, o has guardado en el smartphone.
Un poco cansado, entre otras cosas porque hay que tener muy buena vista para ver con claridad lo que hay en la pantalla y esperar turno para que llegue al sitio que ocupas en la mesa; pero al mismo tiempo bastante entretenido y quizás útil. En algunos casos permite que la velada se desarrolle con facilidad y sin entrar en temas serios –o en todo caso abordarlos desde la frivolidad y la ligereza que circula en la red–, y mucho menos temas personales; lo que evita no pocos malos rollos y discusiones típicas de este tipo de encuentros familiares. Aparte de que soslaya la dificultad de buscar y entablar conversación.
Hay quien utiliza directamente el teléfono para aislarse o conectarse con otra realidad. Es decir, para estar presente sin estarlo, o estarlo en otro lado donde no se está de cuerpo presente. La Navidad igual que nuestras vidas se desarrolla ahora en dos planos distintos, el presencial y el digital –que pueden estar interconectados o producirse en paralelo–, igual de reales los dos y, seguramente, igual de importantes.