La Vanguardia

Reflexión navideña

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El tiempo de la Navidad nos recuerda que todo tiene un devenir, y todo es cíclico en la vida. Que hay un antes y un después, un alfa y un omega, un comienzo y un principio, una verdad y una ilusión, pero también lo contrario: una esperanza y también un ateísmo y una desesperan­za para algunos.

Por todo ello, celebrar la Navidad no es sólo divertirse, sino un acontecimi­ento especial. Significa un alto en el camino o también un símbolo de cambio y de renovación en el mundo. El cristianis­mo y, en general, todas las religiones, han traído nuevas ideas, aunque también conflictos, y sobre todo han ayudado al hombre a cumplir sus metas de avanzar hacia su destino, a buscar el fin último de su existencia. Sabemos tal vez quienes somos, pero a veces somos marionetas del sistema y dudamos quizás de dónde venimos y adónde vamos.

Por eso quizás la chispa de la Navidad puede ser el acicate o punto de inflexión donde podemos preguntarn­os: ¿Es la Navidad algo más que comer turrón, beber o divertirse a secas? Creemos que es un gran movimiento, un cambio, donde el hombre tiene para aceptarlo la última palabra. EDUARDO M. ORTEGA Granada

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