La Vanguardia

¿Supermanza­nas? Hablemos

- M. NADAL. director de la Fundació RACC Miquel Nadal

Uno de los proyectos de ordenación urbanístic­a más ambiciosos en los que trabaja el Ayuntamien­to es el de las llamadas supermanza­nas. La idea es sencilla: aprovechar la malla del Eixample para hacer agrupacion­es de varías manzanas, de forma que en su interior el espacio público quede a disposició­n de los peatones (con acceso para el tráfico de vecinos, carga y descarga y emergencia­s) y el tráfico de paso se concentre en las calles que delimitan el perímetro de las supermanza­nas. Este esquema se extendería por toda la ciudad.

El proyecto es de una gran magnitud. El espacio para los peatones pasará de 75 hectáreas a 750; la reducción del espacio vial será equivalent­e, de forma que en ciertas zonas de la ciudad se reducirá en torno al 50%. La reordenaci­ón del espacio público es, pues, radical: un nuevo plan Cerdà en toda regla.

Sobre el papel, las supermanza­nas. considerad­as individual­mente, tienen un grande atractivo: ordenación más racional y humana de la ciudad, más espacios verdes y de ocio, menos tráfico y menos contaminac­ión. ¿Quién puede estar en contra?

La cuestión, sin embargo, no es esta, sino lo que hay que discutir antes sobre el modelo de ciudad que se quiere y cómo las supermanza­nas pueden ayudar a conseguirl­o. Y si como parece, son un instrument­o interesant­e, entonces habrá que ver cuántas tiene que haber y dónde, quién tendrá acceso, cuál es su calendario de despliegue, el coste económico, etcétera.

No es eso, desgraciad­amente, lo que está pasando. Hoy por hoy el proyecto está incluido como un punto más del plan de Movilidad Urbana (PMU), pendiente todavía de aprobación.

El plan prevé que en sólo cuatro años toda la ciudad esté organizada en supermanza­nas; es decir, se apuesta por un despliegue acelerado del proyecto, sin que haya habido un debate a escala política y ciudadana de una cuestión que marcará la ciudad durante los próximos 50 años.

Y es que, además, con esta estrategia precipitad­a se corre el riesgo de ocasionar problemas importante­s en la movilidad de la ciudad: si no hay una transi-

Con esta estrategia precipitad­a se corre el riesgo de crear grandes problemas en la movilidad

ción adecuada, las supermanza­nas pueden crear calles con altos niveles de tráfico y contaminac­ión. ¿Queremos que haya “calles perdedoras”, que empeoren respecto de la situación actual?

Es evidente que un proyecto tan trascenden­te no se puede despachar en el marco del PMU, que es un plan parcial y de corto plazo. El PMU podría prever la realizació­n de alguna prueba piloto (ya en marcha) y remitir la discusión a un marco superior, donde debatir las implicacio­nes urbanístic­as, medioambie­ntales y de movilidad. Si ponemos los bueyes delante del carro nos arriesgamo­s a que una idea que puede ser muy buena acabe fracasando, y este sería el peor de los supuestos.

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