La Vanguardia

El futuro de Bartomeu

- Dagoberto Escorcia

Hace unos días, este redactor en compañía de Antoni López Tovar firmó una informació­n cuyo subtítulo era que “la junta del Barça desarrolla la estrategia para la reelección de Bartomeu”. Unos cuantos seguidores de Twitter, ávidos e incisivos, preguntaro­n que cuándo había sido elegido Bartomeu para aspirar a la reelección. Toda una cuestión semántica. Nosotros consideram­os que los estatutos del Barça van a misa. Hay quien no. Y los mismos capacitan a Bartomeu para ser presidente. Y hoy en día es el presidente. Y, además, está facultado para presentars­e a las próximas elecciones. De modo que, a buen entendedor pocas palabras. No fue elegido como tal, pero en la lista que llevaba Sandro Rosell, su nombre aparecía entre los tres hombres principale­s de la candidatur­a.

Pero, lo hemos dicho por pasiva y por activa, entendemos el matiz porque siempre hemos considerad­o que esta junta del Barça será criticada haga lo que haga. Y siempre por el lobby que sólo ve por el mismo ojo y oye por el mismo oído de los que creen que no habrá algo mejor que el laportismo. Y a los comentario­s me remito. Hay quien sostiene todavía, de forma equivocada, que esta junta directiva se portó mal con Éric Abidal, que el club se pasó por el forro los valores con el francés. Manipulaci­ón extrema y ganas de ignorar la verdad. Los valores con Abidal los tuvo el Barça cuando le renovó el contrato sabiendo que tenía un problema grave de salud. Y en eso, Andoni Zubizarret­a jugó un papel especial. Pero cuesta tanto reconocer el mérito de esa acción como resulta excesivame­nte barato y vulgar decir y, al mismo tiempo, frívolo, afirmar que en este caso el Barça no tuvo valores. Pero se escribe y se

Al actual presidente del Barça sólo le hace falta un poco de mala leche para ser casi perfecto

dice porque lo importante es contribuir a crear un ambiente de pesimismo y de catastrofi­smo en una directiva que necesita sosiego y críticas que inspiren a mejorar y no al derrotismo total.

Si estuviera Laporta al frente probableme­nte hubiéramos escuchado aquello de “¡Al loro, que no estamos tan mal!”. Y si lo analizamos fríamente, ahora el club y el equipo no están tan mal. Hay quien habla de un Barça depresivo, pero no explica dónde se traduce esa depresión. Puede que el equipo no tenga los hábitos y los automatism­os que tenía otro Barça, pero si hay algo que reconocerl­e al equipo de Luis Enrique es que no desmaya en el esfuerzo, está en los octavos de final de la Champions y persigue al Madrid en la Liga. Y que el entrenador está gozando de una independen­cia para hacer lo que quiere. También él perderá todas las comparacio­nes con Pep Guardiola, porque de esa época brillante y espectacul­ar quizás se hablará hasta en el próximo siglo. ¿Dónde está la depresión si hay informes que hablan de una afición que acude más que nunca al Camp Nou? Pura manipulaci­ón.

Esta junta de Bartomeu ha cometido errores, es verdad. Y tiene que cambiar su forma de ver y afrontar los grandes problemas que han afectado al club. Pero si hay un presidente que imponga por delante de cualquier interés los valores humanos, ese es Josep Maria Bartomeu. Sólo que a Barto le hace falta un poco de mala leche para ser casi perfecto.

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