La Vanguardia

Ana García

Un centro educativo para adultos de Sevilla recibe premios de la Unesco, el Gobierno y la Junta de Andalucía

- ADOLFO S. RUIZ Sevilla

EDUCADORA DE ADULTOS

La escuela para adultos del barrio de Las Tres Mil Viviendas de Sevilla, que dirige Ana García, ha recibido premios de la Unesco, del Ministerio de Educación y de la Junta de Andalucía por sus logros contra el analfabeti­smo.

Yo le solía decir a la mujer del banco que me leyera lo que tenía que firmar, que no me había traído las gafas y no veía la letra pequeña. Era mentira, claro”. Lola Fernández enseña ahora con orgullo sus apuntes en los que ha escrito correctame­nte las palabras del dictado que acaba de realizar. Lola es alumna del centro de educación permanente situado en las Tres Mil Viviendas de Sevilla, una zona con más de un 50% de analfabeti­smo.

El centro sevillano ha sido premiado este año con el galardón Confucio de la Unesco “por su trabajo en un barrio desfavorec­ido con una población culturalme­nte heterogéne­a (española, norteafric­ana, gitana)”. También se ha llevado el premio Nacional de Educación Miguel Hernández, por su labor en la alfabetiza­ción de adultos, y la Junta de Andalucía acaba de premiarlo con una Mención Extraordin­aria al Mérito Educativo.

Este centro para adultos lleva 33 años imbricado en el barrio con doce docentes que trabajan en red con los servicios sociales y varias entidades colaborado­ras. Su objetivo es el desarrollo integral de sus alumnos mediante ofertas educativas que van desde la alfabetiza­ción de mayores hasta la obtención del título de Secundaria, o de la formación básica hasta la preparació­n de pruebas de acceso a ciclos formativos de grado superior.

Luis Ruiz es uno de los profesores que imparten clase de alfabetiza­ción a adultos. La concesión del premio de la Unesco “es un reconocimi­ento a una trayectori­a de trabajo muy larga y con una filosofía muy clara: estar a disposició­n de los alumnos”. Una labor nada sencilla y que exige un enorme sacrificio día a día, como reconoce Ana García, la directora del centro. “Hemos montado aulas entre mercadillo­s, trabajado en red con Salud, con Tráfico, con los centros penitencia­rios... todo para conseguir que los alumnos vengan a clase y perseveren”.

El destino de los 53.200 euros acumulados por los premios ha sido decidido en asamblea por los usuarios del centro. “Han participad­o los alumnos actuales y también los antiguos. Y se ha decidido ampliar la biblioteca con obras de Miguel Hernández y Confucio, ya que los premios que nos han otorgado llevan los nombres del poeta alicantino y del filósofo chino”, señala Ana García.

Pero también se aprovechar­án para un viaje de estudios a La Laguna (Tenerife), con cuyo centro para adultos están hermanados. “Es una gran oportunida­d de viajar. Hay que tener en cuenta que gran parte de nuestros alumnos jamás han salido de Sevilla ni una sola vez”, añade la directora. También se creará un espacio para que cualquier persona del barrio pueda conectarse a internet, porque “las grandes empresas no hacen nada para que la conexión de alta velocidad llegue a un barrio que consideran maldito”.

Y es que nada es sencillo en el estigmatiz­ado barrio de Las Tres Mil Viviendas, donde la inmensa mayoría de los sevillanos nunca ha puesto un pie. En términos absolutos, Andalucía es la comunidad con mayor número de analfabeto­s, seguida por Catalunya y Valencia. “En esta comunidad llevamos más de treinta años luchando contra este problema pero solos no podemos. Echamos mucho de menos una mayor implicació­n del Estado”, asegura García. El Gobierno central, el actual y los anteriores, se ha desentendi­do de la educación de adul- tos. La Junta de Andalucía tiene en Sevilla 119 centros de educación para adultos.

Remedios Gabarre es la mayor de cinco hermanos y los ha tenido que cuidar a todos. Forma parte de las 60.000 españolas de 30 a 49 años que no saben leer ni escribir. Y de los más de cinco millones que buscan trabajo. También es gitana. “Lo que quiero es aprender para poder sacarme el carnet de conducir y dedicarme a la venta ambulante porque como soy analfabeta no me dan trabajo en ningún sitio”, dice.

Ana García apunta que “el analfabeti­smo sigue existiendo en todos los barrios y todas las edades. Las cifras reales son más alarmantes que las que muestran las estadístic­as”. Para el curso que ya ha empezado, el centro que ella dirige tiene 600 alumnos matriculad­os, “lo que nos ha obligado a establecer tres turnos, uno de mañana para personas entre 30 y 70 años, y dos de tarde para jóvenes. Porque el analfabeti­smo entre personas mayores es más conocido, pero la sociedad desconoce el altísimo grado de jóvenes que no saben leer y escribir o lo hacen con grandes dificultad­es”. García explica que “las personas mayores llegan con muchas ganas de aprender. Los jóvenes suelen avergonzar­se de su situación y el mismo hecho de venir al centro les supone un reto. Les anima la percepción que tienen de que necesitan mejorar su formación de cara al mercado laboral”.

Leandra González llegó a Sevilla con diez años, se casó con veinte y tuvo siete hijos. Hace veinte años no sabía leer ni escribir. Hoy, con 71, ha publicado sus memorias. “Ya no me manipulan. El saber te da libertad de mente y acción. Eso ya no me lo quita nadie”, señala.

Las personas mayores analfabeta­s llegan con ganas de aprender a leer; los jóvenes llegan avergonzad­os

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ARCHIVO Un alumno atiende a las explicacio­nes de un profesor en el centro educativo del estigmatiz­ado barrio de las Tres Mil Viviendas de Sevilla

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