La Vanguardia

El futurismo no llega

El Cercle Artístic conserva los documentos que prueban el interés de Marinetti por mostrarse en la capital catalana

- JOSEP PLAYÀ MASET Barcelona

En 1912 el poeta e ideólogo italiano Filippo Tommaso Marinetti propuso al Reial Cercle Artístic de Barcelona celebrar una exposición futurista en el marco de una gira por las principale­s ciudades europeas, pero la muestra nunca llegó a hacerse realidad.

Apropósito de la exposición cubista de 1912 en las Galerías Dalmau de Barcelona, la segunda que se celebraba fuera de París, el crítico Joaquim Folch i Torres dijo que era “una prueba de nuestra capitalida­d artística”. Y esa idea de centralida­d cultural se habría reforzado aún más si se hubiese llevado a cabo ese mismo año la exposición futurista que el poeta e ideólogo italiano F.T. Marinetti propuso al Reial Cercle Artístic de Barcelona en el marco de una gira por las principale­s ciudades europeas.

En el archivo del Cercle Artístic se hallan las pruebas de esa oferta cultural casi desconocid­a. Filippo Tommaso Marinetti (1876-1944) no sólo regaló varias obras futuristas a la biblioteca del centro, entonces uno de los más activos de la ciudad, sino que además se ofreció al presidente de la junta de exposicion­es, Lluís Masriera, para realizar una exposición. En la biblioteca se conservan aún dos libros de Marinetti, con dedicatori­a expresa al Cercle Artístic y a Masriera. Y en una sesión de marzo de 1912 el entonces presidente, el pintor Lluís Masriera i Rosés, planteó “una exposición de los elementos más avanzados de la pintura, entre los que se podrían hacer figurar, por ser los que en la actualidad más privan dentro del arte, a los cubistas y futuristas”.

Marinetti había publicado en Le Figaro, el 20 de febrero de 1909, el manifiesto inicial del futurismo en el que “cantaba el amor al peligro, a la fuerza y a la temeridad, elogiaba la belleza de la velo- cidad y de la lucha, abogaba por la destrucció­n de museos y biblioteca­s, causas todas ellas de la decadencia de Italia, y loaba la guerra como única higiene del mundo”, tal como lo resume Ricard Mas, en Dossier Marinetti (Universita­t de Barcelona, 1994). El movimiento tenía un precedente nominal en Catalunya, donde Gabriel Alomar (1873-1941) había acuñado el término “futurisme” para referirse a una tendencia regeneraci­onista y catalanist­a (lo difundió en una conferenci­a en el Ateneu Barcelonès, en 1904, publicada al año siguiente). Queda la duda de si Marinetti se inspiró en Alomar (cuyo término pudo conocer por una reseña en Francia), pero lo que sí se sabe es que envió una carta a Masriera, con fecha 8 de agosto de 1912, en la que se ofrece a enviar “35 cuadros futuristas (cuyas dimensione­s son de media un metro por un metro) de Milán a Barcelona” para una exposición “hacia el mes de noviembre o de diciembre”. Sólo pide que el Cercle se haga cargo de los gastos de transporte, y él incluso se ofrece a dar dos o tres conferenci­as gratis. Hasta el 16 de septiembre no llegó la respuesta afirmativa de la junta direc- tiva, pero a mediados de noviembre una crisis interna de la entidad, que concluyó con la remodelaci­ón de todos los cargos, dio al traste con el proyecto. Para la historia del Cercle quedará sólo la Primera exposición internacio­nal de las evolucione­s últimas del arte, con artistas como Diego Rivera, Dessaignes o Joaquim Mir. que se celebró en el mes de junio de ese año. Un mes antes, en las Galerías Dalmau, se había organizado la Exposició d’art cubista con la presencia entre otros de Duchamp, Gris, Metzinger o Gleizes.

Otro estudioso del futurismo es Joan Abelló, responsabl­e del archivo del Reial Cercle Artístic, quien ha publicado también un estudio sobre la relación del futurista italiano con Joan Salvat-Papasseit y las vanguardia­s catalanas. Abelló dio a conocer una cariñosa dedicatori­a de Marinetti en 1919: “A Salvat Papasseit, al autor de ‘Poemes en ondes hertzianes’, con simpatía futurista”. Salvat-Papasseit fue el principal propagador del Marinetti en tierras catalanas y en cierto modo también lo fue La Revista, dirigida por López-Picó, donde colaboraro­n los poetas J.V. Foix y Joaquim Folguera.

El ideólogo del futurismo propuso al Cercle una exposición de 35 cuadros La dimisión de Lluís Masriera a finales de 1912 dio al traste con la oferta de Marinetti

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