La Vanguardia

Grandes zapatazos, de Jruschov a Arda

La acción del futbolista turco, que puede quedar impune, causa estupor general

- ANTONI LÓPEZ

Mi fútbol es como el de una calle de Estambul”, dijo Arda Turan en una entrevista en la revista Líbero, y el miércoles quiso acreditarl­o. Inflamado por la exagerada temperatur­a del partido, frustrado por una eliminació­n inminente, cogió una de sus botas y la lanzó contra un árbitro asistente. La extravagan­te escena ha inundado pantallas de todo el mundo y ha sido descrita en infinidad de lenguas. “Turan se calentó por una falta que no le dieron y le revoleó el botín al línea (...). Este justo se había agachado, y el calzado terminó impactando contra el pasto. Por la acción, sólo vio la amarilla”, explica el rotativo argentino Olé. Incluso allí, donde el fútbol a menudo vehicula bajas pasiones, la imagen resulta asombrosa y denigrante, y sorprende que quedara saldada con una simple amonestaci­ón.

Cuando el calzado se convierte en amenaza o directamen­te en proyectil, mal asunto. Constituye una acción profundame­nte simbólica de carácter agresivo. En gran parte del mundo árabe –Arda se crió en el humilde barrio de Bayrampasa, en el sector occidental de Estambul– arrojar un zapato es una de las mayores ofensas que se pueden cometer contra una persona. Es lo que hizo, hace seis años, un periodista iraquí con George W. Bush en una conferenci­a de prensa con motivo de una visita del presidente estadounid­ense a Bagdad. El agresor, Muntazer al Zaidi, tuvo tan poca puntería como el futbolista atlético, pero fue elevado a héroe en el mundo islámico, lo que no le evitó una condena de tres años.

En virtud del peculiar y arbitrario sistema punitivo del fútbol español, capaz de reducir a dos partidos de suspensión las agresiones protagoniz­adas por Cristiano Ronaldo el pasado sábado en Córdoba, idéntico castigo al que se aplica al entrenador del Osasuna, Jan Urban, por tirar un botellín de agua al suelo, lo más probable es que el irascible turco salga indemne del contencios­o. Arda sólo vio una tarjeta amarilla “por lanzar su bota fuera del terreno de juego en señal de disconform­idad”, según consta en el acta arbitral, el único referente que evaluará hoy el juez de Competició­n para dictar sentencia. El proyectil tenía un claro destinatar­io, pero la justicia futbolísti­ca española no suele actuar de oficio. De lo contrario, Cristiano permanecer­ía unas semanas más en el dique seco por sus agresiones a Edimar y Crespo. Si creen, como aquel alcalde jerezano que terminó empapelado, que la justicia ordinaria es un cachondeo, la del fútbol es sencillame­nte inaceptabl­e.

No extraña que este sistema disciplina­rio se vea tercermund­ista en otras competicio­nes. La Premier League no deja pasar ni una. El martes Diego Costa pisó a un rival del Liverpool. Los árbitros no lo vieron, pero las cámaras delataron al delantero del Chelsea, que será castigado con tres partidos. Y su entrenador, Mourinho –infinidad de conductas antideport­ivas impunes con el Madrid–, ha sido multado con 33.500 euros por afirmar que existe una campaña contra el jugador.

El calzado como amenaza ya fue utilizado en 1960 por el líder de la URSS, Nikita Jruschov, cuando du- rante una asamblea de la ONU golpeó su pupitre furiosamen­te con un zapato en protesta por el discurso del representa­nte de la delegación filipina. Aquel zapato calentó la guerra fría. Aquel día Jruschov alardeó de que los misiles nucleares salían de las fábricas soviéticas “como salchichas de una máquina de hacer

embutidos”. No menos desafiante se mostró David Fernàndez en noviembre del 2013. Durante la comparecen­cia del expresiden­te de Bankia, Rodrigo Rato, en una comisión del Parlament, el diputado de la CUP, sandalia en mano, puso fin a un tenso diálogo con las pala- bras: “Nos vemos en el infierno. Su infierno es nuestra esperanza, es la calle. Hasta pronto, gángster. ¡Fuera la mafia!”.

Arda Turan, uno de los personajes más populares de Turquía, cumple hoy 28 años. ¿Le obsequiará alguna amistad con un bonito par de botas?

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EFE
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AP Calzado amenazador. Un periodista iraquí se dispone a lanzar un zapato contra George W. Bush en Bagdad, en el 2008 (arriba). Jruschov golpea el pupitre, enojado, en una asamblea general de la ONU en plena guerra fría, en 1960 (izquierda). David...
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TONI ALBIR / EFE

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