La Vanguardia

Grecia, entre Europa y Rusia

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LA política europea de endurecer las sanciones contra Rusia como respuesta a la escalada bélica en el este de Ucrania se vio ayer amenazada por las reservas del flamante Gobierno de Atenas, que acudió por vez primera a una reunión europea de alto nivel e importanci­a. Aunque el representa­nte griego finalmente no vetó, como se llegó a especular, las nuevas sanciones acordadas por los ministros de Exteriores de la Unión Europea a la cúpula moscovita –que las prorroga y amplía a los dirigentes separatist­as–, sí dejó entrever que pretende erigirse en puente entre Bruselas y Rusia.

Sabido es que Tsipras y Syriza votaron en su día en contra del acuerdo entre Bruselas y Kíev. Las razones ideológica­s de los nuevos mandatario­s helenos esconden, sin embargo, un doble interés. De una parte, la deuda griega con Moscú por el gas, cuyo precio, por cierto, logró rebajar el anterior primer ministro, Andonis Samarás, fuerza a Tsipras a mantener una actitud poco beligerant­e. La falta de energía que sufren los sectores menos favorecido­s de Grecia, a los que Tsipras prometió ayudar, le encadena al suministro ruso. Por otra parte, también es evidente el interés del Gobierno de Syriza por mostrar a la troika sus cartas ante la renegociac­ión y devolución de la inmensa deuda. Entre la amenaza de un veto a las sanciones a Moscú y el apoyo final al acuerdo de los Veintiocho se sitúa el terreno de juego en el que puede moverse Atenas. La primera señal que ha mandado Tsipras ha sido la de la moderación, lo que no es poco.

Además de conocer la posición de la nueva nomenclatu­ra griega, la jornada de ayer en Bruselas también era importante para calibrar el estado de la cuestión después de los últimos acontecimi­entos en el este de Ucrania. Apenas cinco días después de la matanza de Mariúpol, perpetrada por los rebeldes prorrusos, y de las evidencias de la presencia de tropas rusas en el conflicto, la Unión Europea da una vuelta de tuerca a la presión contra Moscú y amenaza con seguir avanzando por ese camino.

Es evidente que la posición de Vladímir Putin se ha debilitado por las sanciones impuestas a él mismo y a su entorno y por la espectacul­ar caída de los precios de la energía. Pero la dura advertenci­a a esta política de sanciones expresada ayer por el expresiden­te soviético Mijaíl Gorbachov, por los riesgos que entraña de provocar un conflicto aún mayor, obliga a reflexiona­r hasta qué punto es prudente poner al presidente ruso entre la espada y la pared o la convenienc­ia de explorar otras vías diplomátic­as.

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