Google y tú
La principal queja sobre el matrimonio en Google es sobre no tener relaciones sexuales. Las búsquedas de ‘matrimonio sin sexo’ son tres veces y media más habituales que ‘matrimonio infeliz’ y ocho veces más habituales que ‘matrimonio sin amor’. Hay 16 veces más quejas sobre un cónyuge negándose a echar un polvo que negándose a hablar”.
Es un párrafo del último artículo del economista Seth Stephens-Davidowitz en la revista de The New York Times. Stephens-Davidowitz ha hecho carrera analizando datos agregados y anónimos de nuestras búsquedas y sostiene que son más fiables que las encuestas, por dos razones: hay más gente googleando que respondiendo encuestas, y en Google no mentimos.
Las búsquedas sobre si un hijo es superdotado son dos veces y media más frecuentes que sobre si una hija lo es, a pesar de que, según los especialistas, es más probable encontrar signos de mucha inteligencia en una niña que en un niño. En cambio, hay casi el doble de preguntas sobre si una hija tiene sobrepeso que sobre un hijo, aunque –en EE.UU.– hay más niños gordos que niñas con kilos de más.
Stephens-Davidowitz es prudente con los datos, pero tiene talento para pisar callos. En un artículo defendió que el optimismo de las administraciones sobre el descenso del maltrato infantil durante los meses más duros de la crisis era debido a la disminución de las denuncias, no de los casos. Las búsquedas de “mi padre me pega” o sobre cómo reconocer si un niño ha sido maltratado aumentaron donde la crisis era más fuerte y donde había menos servicios sociales para recoger denuncias. Llegó a encontrar correlaciones, semana a semana, sobre el aumento del paro a nivel local y el aumento de las búsquedas sobre maltrato.
Analizando datos de Facebook sobre
Los datos agregados y anónimos de nuestras búsquedas son más fiables que las encuestas
equipos de béisbol, vio que, aparte de lealtades sentimentales, los hombres tenían más posibilidades de ser seguidores de un equipo si cuando tenían entre 8 y 12 años el equipo en cuestión fue campeón.
En un artículo sobre depresiones vio que el mes con más tecleos buscándole remedio es abril, y el que menos, agosto. Y que donde hace más frío hay muchas más búsquedas sobre depresión que donde hace calor. En otro sobre embarazadas descubrió que algunos antojos son iguales en todo el mundo, o que las mexicanas que viven en EE.UU. se preguntan lo mismo que sus vecinas, pero en español, y no lo habitual en México.
Google no es el receptáculo de la verdad y hay cosas que preguntaríamos antes a seres humanos. El autor admite que este tipo de análisis está todavía por desarrollar. Pero la intimidad de la ventana de Google es lo bastante cómoda y acogedora para verter el tabú y la angustia, y renunciar al lubricante social de la mentira. Hay más búsquedas sobre violaciones de gente que busca porno que de gente que busca ayuda.
Vistos en el rincón misántropo, parecemos menos libres, más violentos y más inseguros. Vistos en conjunto, estamos menos solos de lo que creemos. Las respuestas de Google, anónimas e inodoras, hacen compañía.