Cocinero mediático y mucho más
To(+) en Palà de Torroella con David Garcia, ganador de ‘Top chef’
Las colonias textiles, núcleos de población industriales situadas en zonas rurales, son uno de los fenómenos más característicos del proceso de industrialización de Catalunya tanto por el modelo social, industrial y empresarial que llevaron a cabo como por su influencia en el desarrollo de las comarcas del Bages, Berguedà, Osona y Ripollès. Construidas básicamente al lado de los ríos Cardener, Llobregat, Ter y Freser, su historia se remonta a mediados del siglo XIX y están muy relacionadas con los problemas energéticos que desde siempre ha sufrido Catalunya, pero también con las particulares características con las que se desarrolló la industrialización en nuestro país.
En total hubo 72 y no había dos iguales. La gente vivía y trabajaba en cada una de las colonias y caso no salía de ellas. Era una forma de vida con sus pros y sus con- tras. Analizados hoy en día quizás encontraríamos muchos contras, pero en aquella época sus habitantes eran felices.
Una de dichas colonias es la de Palà de Torroella o Palà Vell, construida en 1875 por iniciativa de Joan Pala i Valls, situada en el Bages, concretamente en Navàs. Su estado de conservación es muy bueno, en especial su magnifica iglesia.
En 1972 Tomás Garcia, natural de Aragón, y su esposa Catalina, nacida en Córdoba, trabajaban en la colonia Palà y se pusieron al frente del bar al que posteriormente denominaron Tomás, y empezaron a servir bocadillos y algún que otro plato. Allí nació su hijo Antonio, que se casó con Rafaela Cantero, y de este matrimonio nació David Garcia, que ganó el pasado 17 de diciembre, con so- lo 27 años, la segunda edición de Top chef, programa televisivo de altísima audiencia en Antena 3.
A David no le gustaba mucho estudiar, pero ya desde pequeño tenía una gran afición por los fogones. Debía de ser una premonición pues al nacer su madre rompió aguas en la cocina del restaurante que siguen regentando.
Se define como autodidacta, aunque en el 2003 estudió paste- lería y cocina en la Joviat de Manresa mientras ayudaba en la fonda familiar. Entró a formar parte de Joves Cuiners de Catalunya y en el 2007 se presentó en Japón a un concurso para cocineros menores de 21 años y quedó en decimocuarto lugar.
Además del restaurante Tomás Tradició, en el 2008 abrieron en el mismo edificio el restaurante gastronómico To(+). Palà es una población que no llega a 200 habitantes.
El 2014 fue su año estelar. En abril le informaron de que había un casting para la segunda edición de Top chef, aplicó y se trasladó a Madrid para pasar la primera prueba, que culminó con éxito. Había superado el primer obstáculo. Luego siguió semana tras semana hasta llegar a la final, que brillantemente ganó. Total, más de tres meses en Madrid subiendo peldaño a peldaño y, al final, además de la satisfacción personal, la gloria mediática.
Para llegar a cualquier top hace falta algo más que suerte o simpatía personal, aunque ambas tampoco deben despreciarse.
5 a Taula probó su menú Orígens y, de entrada, nos obsequiaron con una copa-aperitivo compuesta de gin, lima y soda, y con una sopa de remolacha con palomitas de patata. No nos convenció ninguno de estos dos aperitivos e interiormente pensamos: no vamos bien. Pero a continuación empezó el festival. Nos sirvieron nueve platos y alguno de ellos estuvo a punto de hacer doblar las campanas de la cercana iglesia. Empezamos con un jurel marinado con hielo vegetal, dashi, manzana y cremoso de coliflor y, a continuación, una espléndida ostra con hinojo y lechuga de mar. Vino después quizá el plato estrella, un arroz cremoso de panceta con rovellons y endivias y siguió una dorada con cuscús de brócoli, moniato y remolacha crujientes. Como postre, el falso pan con tomate y fuet. Maridamos los platos con dos extraordinarios vinos del Bages, un blanco Nuat y un tinto Abadal 3.9, ambos de Bodegas Abadal. Su carta de vinos es amplia y la mayoría de sus referencias son de la zona.
La sala la dirige fantásticamente Claudia, pareja de David, y la del Tradició la lleva su padre, quien explica que en sus inicios laborales elaboraba a diario la carta picándola con una Olivetti 32. La cocina la comparten ambos restaurantes. La madre ejerce de jefe de partida y los abuelos aún hacen acto de presencia con cierta frecuencia. En definitiva, toda una excelente familia, con un carismático líder, David, al frente de un exitoso proyecto gastronómico que de la noche a la mañana ha pasado también a ser altamente mediático.
Para llegar a cualquier ‘top’ hace falta algo más que suerte o simpatía personal David está al frente de un exitoso proyecto familiar que ha pasado a ser altamente mediático