Ilusión y realismo
Gran éxito el del Espanyol. Doble. Primero, por la clasificación para las semifinales. (Sí, uno es resultadista). Segundo, por el modo de conseguirla. Si en la ida se comió al Sevilla, en la vuelta supo jugar con mucha inteligencia y ni siquiera debió perder el partido, porque el 1-0 llegó en un remate lejano –precioso, eso sí– que en puridad no puede considerarse ocasión de gol.
Ni una sola oportunidad clara tuvo el Sevilla en los 94 minutos y ese es un punto que hay que anotar en el haber de Sergio González, que en el conjunto de la eliminatoria ha ganado siempre la batalla táctica a Unai Emery. Jugando más tiempo en su propia mitad del terreno, tanto aquí como allá, el Espanyol ha llevado constantemente la iniciativa, consiguiendo que en todo momento, con la salvedad de los últimos minutos en el Power8 Stadium, el juego se desarrollara como él quería. Y Sergio –un debutante en los banquillos de Primera– tuvo rápida respuesta para todos los movimientos de su rival. Por ejemplo, al hacer entrar a Colotto para manejar mejor los balones colgados al área.
El Sevilla quiso jugar anoche con la intensidad que no tuvo en la ida hasta que perdía por 3-0, pero la disciplina táctica del Espanyol le cortó todas las vías de penetración, sin arredrarse ante las acometidas del equipo local, sobre todo al comienzo de cada tiempo, y siendo luego capaz de enfriar el juego como le convenía. Un ejemplo: el Sevilla lanzó seis saques de esquina en los 8 primeros minutos de la segunda parte, pero ninguno más hasta el minuto 87.
Toda la eliminatoria es un éxito del grupo, pero anoche algunos se ganaron el sobresaliente. Pau López (sólo 20 años) no tuvo que hacer ningún paradón, pero estuvo perfecto en salidas y balones por alto. Duarte (aún menos: 19) acreditó nuevamente su solidez ante un Deulofeu cada vez más lejos de quien pasaba por ser la gran esperanza blaugrana. Álvaro fue un prodigio de anticipación. Y Lucas Vázquez no perdió su habitual finura en la conducción de la pelota... después de trabajar en defensa como no lo habrá hecho, seguro, en toda su etapa en la cantera madridista.
Pero no hay dicha completa en casa del pobre. Frente a la ilusión por el éxito copero, un golpe de realismo: Bailly ya no es jugador del Espanyol. Se va antes que Moreno, ¡quién iba
El pase es un éxito de Sergio González, que ha dominado tácticamente toda la eliminatoria Álvaro fue un prodigio de anticipación y Lucas no perdió su finura pese a defender como nunca
a decirlo! Es un caso curioso, porque estamos hablando de una promesa que sólo ha jugado cinco partidos con el primer equipo, pero ilustrativo de cómo funciona un mercado lleno de cuatreros.
El equipo pierde así un proyecto de gran jugador, pero el club gana 5,7 millones... que irán directos a Hacienda, para reducir mínimamente una deuda angustiosa y convencer de paso al erario de la buena voluntad del Espanyol. Así que habrá que dar por buena la operación, atendiendo a la ganancia neta y sin reparar en el rendimiento deportivo que podría haber ofrecido en el futuro el central marfileño.