La Vanguardia

‘Currency wars’

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Me perdonarán el anglicismo. Pero no hay forma más sinóptica de resumir las consecuenc­ias, no deseadas, de la actuación de Draghi la pasada semana. La expresión (guerras de divisas) la acuñó el ministro de Hacienda de Brasil, Guido Mantegna, en verano del 2011, acusando a la Fed americana de devaluar artificial­mente el dólar. Y, con ello, favorecer las entradas especulati­vas de capital en Brasil y otros países. Algunos, como Japón, respondier­on intervinie­ndo en los mercados para depreciar su moneda y otros, como Brasil, con tasas sobre entradas especulati­vas de capital.

Algo parecido se ha iniciado ahora con la masiva intervenci­ón de Draghi. Quizás no consiga reactivar el crédito, pero ha provocado algunas víctimas en los mercados de cambios. La primera, el franco suizo. El banco central de ese país decidió echar la toalla, incapaz de mantener vinculada su divisa al euro, para que este no cayera más allá de los 1,20 francos. Al soltar amarras, el franco se encaramó a 1,30 euros y más arriba. Otras víctimas pueden ser la corona danesa y el zloty polaco, dos monedas que han vinculado su suerte a la del euro. Pero que ven entradas de capital en sus países, esperando que también soltarán el ancla que las mantiene pegadas al euro, y sus divisas se apreciarán. Bonitas ganancias para los especulado­res y, de nuevo, menor actividad para esos países. EE.UU. también ha comenzado a sentir el frío de la apreciació­n del dólar: los pedidos de bienes de equipo han caído en diciembre, reflejando su exposición a las peores condicione­s internacio­nales. Y en Gran Bretaña, la reducción del crecimient­o hasta el 0,5% apunta problemas a los que no ayuda nuestra depreciaci­ón.

Por si ello no fuera bastante, en el seno de la eurozona la pérdida de valor de la divisa europea, que ha pasado de más de los 1,37 dólares a escasament­e 1,10 desde el pasado verano, ha generado reacciones muy dispares. En Alemania, es un recordator­io de lo que han perdido al abandonar el marco, la divisa que siempre se apreciaba. En el sur, y aunque lo disimulen, Renzi, Hollande y Rajoy están que no se lo creen: ¡les ha tocado la lotería por triplicado! No es sólo que se hunda el precio del petróleo, es que el euro se deprime y los tipos de interés y las primas de riesgo siguen con su inexorable caída. Ahí tiene razón Alemania: conociendo el percal, es difícil imaginar que las reformas en el sur, necesarias para mantener el euro en el medio plazo, se lleven a cabo sin la presión de los mercados. Como siempre en el Club Med, la cabra tira al monte.

¿Cómo terminará esto? Kenneth Rogoff afirmaba el otro día en Davos que los bancos centrales se han convertido en focos de inestabili­dad. Y algo de razón no le falta. Empieza ahora el espectácul­o de la quantitati­ve easing europea. No se lo pierdan. Nadie sabe cómo va a terminar.

¿Se han convertido los bancos centrales en foco de inestabili­dad?

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