Grecia no reconoce a la troika
El Gobierno griego descarta negociar con el BCE, el FMI y la UE
Crece el miedo en las capitales políticas y financieras europeas. Todo indica que el nuevo Gobierno de Syriza va muy en serio cuando se compromete a cumplir sus promesas electorales. Ya cayó la bomba de la subida del salario mínimo, la restauración de los empleos de 3.500 funcionarios, el fin de las privatizaciones. Por si esto fuera poco, Yanis Varufakis, el ministro de Finanzas, dio por muerta ayer a la troika. “No tenemos ninguna intención de trabajar con un comité triparti- to –Unión Europea, Banco Central Europeo (BCE) y Fondo Monetario Internacional (FMI)– cuyo objetivo es implementar un programa que nosotros creemos que va en contra de los intereses de Europa”, sentenció tras mantener una reunión en Atenas con el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem.
La respuesta de Berlín no se hizo esperar. El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, advirtió que la “confianza es básica para la solidaridad”. “Sobre esto hay poco que discutir con nosotros. Es difícil chantajearnos”.
Syriza pretende negociar un nuevo programa con sus socios europeos y el FMI basado en una quita de la deuda y medidas destinadas a equilibrar el presupuesto mediante el crecimiento y la generación de empleo en lugar de la austeridad. Pero no reconoce la agrupación de los tres acreedores conocido como la troika. “El programa actual basado en desinflación y deuda insostenible no
VARUFAKIS “El programa actual basado en desinflación y deuda insostenible no se mantendrá”
SCHÄUBLE “La confianza es básica para la solidaridad; hay poco que discutir, es difícil chantajearnos”
se mantendrá”, dijo Varufakis.
Pero los países acreedores de Grecia, entre ellos España, rechazan tajantemente una reestructuración de la deuda e insisten en que el Gobierno de Syriza debería mantener el programa tal cual. “No se puede hacer caso omiso a los programas anteriores y dar pasos unilaterales”, advirtió Dijsselbloem, que se reunió también con el primer ministro, Alexis Tsipras, y con Yannis Dragasakis, el número dos del Gobierno antiausteridad de Syriza. “Los problemas de la economía griega no han desaparecido con las elecciones”, añadió Dijsselbloem.
Preguntado sobre la propuesta de Varufakis de crear una conferencia europea al estilo de un nuevo Bretton Woods para coordinar la reestructuración de la deuda de toda la periferia, y recapitalizar a los bancos afectados, Dijsselbloem respondió con sorna: “La conferencia de deuda ya
existe; se llama Eurogrupo”, dijo, en referencia al consejo de ministros de Finanzas que él preside.
El contraste entre los dos ministros reflejaba la brecha abismal que separa Grecia y Bruselas. Varufakis, que vestía una camisa de seda azul verde, destaca por su elocuencia y discursos provocativos. Dijsselbloem es el retrato robot de la tecnocracia europea, sumamente irritado por el programa de medidas de apoyo a los pobres y endeudados, anunciado por Syriza el miércoles.
Los analistas en Londres y Frankfurt expresaron su asombro también por el paquete de medidas que chocan frontalmente con la troika. La subida del salario mínimo a 751 euros, el apoyo a los morosos que no pueden pagar impuestos, la investigación sobre si los oligarcas se han beneficiado de las privatizaciones.
Tras confiar en análisis anteriores en que Syriza descafeinase su programa, las agencias de rating pusieron a Grecia bajo vigilancia. Los analistas de Barclays en Londres advirtieron de que “el riesgo de una salida de Grecia de la zona euro ya es significativamente más alto que en el 2012”. El gru- po de inversiones AXA resaltaba que “Syriza ha optado por la línea dura contra los inversores internacionales”.
Sin embargo, es difícil en estos momentos saber si esta “línea dura” es una postura inicial de negociación. En el ámbito geopolítico Tsipras dio marcha atrás casi en seguida tras negarse el martes a apoyar la condena a Rusia por sus injerencia en el conflicto en Ucrania. Grecia ya ha firmado la declaración contra Putin.
Ahora muchos creen que Syriza cederá ante la presión en abril de una prolongación de los plazos de vencimiento de la deuda y recortes de tipos de interés en lugar de una quita. Varufakis rechazó esta idea en declaraciones a este diario. Es útil repasar las declaraciones que el ministro –experto en teorías de juego– ha hecho tan recientemente como en no- viembre cuando dijo en una entrevista: “Cuando negocias, para que te tomen en serio, tienes que representar una amenaza creíble; tienes que estar dispuesto a que todo salte por los aires”. Es el lenguaje de la destrucción mutua asegurada y la bomba en el caso de Grecia es una deuda de 350.000 millones de euros.
Syriza pretende negociar un programa distinto, un “nuevo acuerdo guiado por el interés europeo”, explicó Varufakis ayer, en el cual se haga hincapié en medidas para combatir la evasión fis- cal (confía en recaudar 3.000 millones de euros mediante medidas contra la evasión de la élite). Pero saben que sólo podrán mantener el desafío a Bruselas y Berlín si el BCE les apoya proporcionando liquidez al sistema bancario. El BCE lo decide el jueves.
Antes del anuncio de las medidas antitroika se daba por hecho que el BCE cumpliría. Ahora se baraja la posibilidad de que intente sembrar alguna duda. Es probable que se intensifique la fuga de capitales de Grecia y que suba el grado de nerviosismo en los mercados. Paul Mason, del Channel 4 británico, tuiteó: “Jamás había visto un choque tan fuerte entre masas y mercados como el que se ve en Grecia”.
LA INCÓGNITA Es pronto para saber si la línea dura de Syriza es una postura inicial de negociación