Romney renuncia
Arrecia la batalla entre Obama y el Congreso por el oleoducto y el presupuesto
Mitt Romney tira la toalla. Renuncia a disputar la candidatura republicana para las presidenciales del 2016 después de haberse reunido con el que podría haber sido su principal rival, Jeb Bush.
Mitt Romney tira la toalla. Renuncia a disputar la candidatura republicana para las presidenciales del 2016 y lo hace significativamente una semana después de haberse reunido en Utah con el que probablemente habría sido su principal rival, Jeb Bush, el exgobernador del estado de Florida, hijo y hermano de presidentes y amigo personal, por cierto, de José María Aznar.
“Después de haber reflexionado profundamente sobre la posibilidad de presentar nuevamente mi candidatura a la presidencia, he decidido que será mejor ceder a otros candidatos del partido la oportunidad de ser nuestro próximo candidato”, declaró Romney en una conferencia telefónica con sus supporters.
Romney, el candidato que perdió las elecciones del 2012 frente a Obama, provocó un auténtico terremoto cuando el segundo fin de semana de enero reunió en Nueva York a relevantes mecenas republicanos para anunciarles que quería ser presidente. No en vano era el que, con diferencia, salía mejor parado en los sondeos pese a que cuando The New York Times le preguntó sobre sus intenciones había respondido categóricamente: “Oh, no, no, no. No, no, no, no, no. No, no, no.” Con su renuncia anunciada ayer, la batalla por la candidatura republicana toma otro cariz.
Aunque todavía quedan una treintena de candidatos y más de diez con posibilidades reales, la decisión de Romney se interpre- ta como un ceda el paso a Jeb Bush. Romney ha mantenido en vilo al Partido Republicano durante tres semanas porque aparecía como favorito y por su gran capacidad para recaudar fondos, hasta el punto que la disputa se presentaba como una subasta para los donantes entre Bush y Romney. Sin embargo, la semana pasada, mientras las bases del Partido Republicano y los principales aspirantes a la nominación viajaban a Iowa para participar en la denominada Cumbre de la Libertad, Romney y Bush se reunieron en la finca del primero en Salt Lake City. Considerados centristas en el baremo republicano, parecían desmarcarse de la agitación que se preparaba en Iowa con los aspirantes del Tea Party y otros ultraconservadores. Todo apunta a que Jeb Bush convenció a Romney de cederle paso. La explicación del propio Romney ayer señala en esa dirección: “Sabéis que yo quería ser presidente –dijo a sus partidarios– pero yo no quiero poner las cosas más di- habitual del fin de semana: “No lo haga, señor Romney”, con argumentos tan demoledores como “él representa el pasado, nosotros necesitamos el futuro”.
Con todo, no cesa la lluvia de aspirantes republicanos que se postulan. Ayer trascendió que Lindsay O. Graham, representante de Carolina del Sur, ha creado un comité para intentar disputar la nominación.
Y todo ello ocurre en plena batalla del presidente Barack Obama con la mayoría republicana del Congreso. El jueves, el Senado aprobó la construcción del oleoducto Keystone que el presidente ha jurado vetar. Obama ha divulgado ya un proyecto de presupuesto que aumentará el gasto público y suprimirá los recortes a base de recaudar más impuestos a los bancos y las rentas de capital, es decir, exactamente lo contrario que Merkel y Rajoy. Los republicanos ya están poniendo el grito en el cielo.
El presidenciable que perdió ante Obama en el 2012 cede el paso “al candidato con más posibilidades”
fíciles a otro candidato que emerge con mayores posibilidades de ser elegido presidente. Es la mejor solución para el partido y para el país”.
No hay que olvidar que la familia Bush apoyó y recaudó fondos para la campaña de Romney en el 2012 y en las primarias del 2008 que ganó John McCain.
También es cierto que pese a su popularidad registrada en los sondeos, el anuncio de Romney de volver a intentarlo por tercera vez “como Ronald Reagan” no fue muy celebrado por sectores influyentes del Partido Republicano. Peggy Noonan, columnista de referencia del Wall Street Journal, escribió en su sección