Italia elige hoy al nuevo presidente después de tres votaciones fallidas
El democristiano Mattarella es el favorito, pese a la falta de amplio acuerdo
El hombre destinado al Quirinal fue titular de Defensa y perdió a un hermano, asesinado por la mafia
Salvo que se produzca una gran sorpresa, el democristiano Sergio Mattarella, juez del Tribunal Constitucional y exministro, será elegido hoy nuevo presidente de la República Italiana. Se espera que, después de tres fumatas negras –una el jueves y dos ayer–, quede decidido finalmente el inquilino del Quirinal, un cargo con pocos poderes pero relevantes funciones de arbitraje.
Está por ver cuán amplio será el acuerdo en torno a Mattarella. Muy en su estilo, el primer ministro, Matteo Renzi, ha intentado imponer a esta figura, uno de los fundadores del Partido Demócrata (PD). Silvio Berlusconi se ha sentido traicionado, no tanto por su recelo frente a Mattarella como por no haber podido consensuar un nombre.
La elección del jefe de Estado no se realiza en Italia por votación popular. Es competencia de una asamblea especial formada por el Senado, la Cámara de Diputados y 58 delegados de las regiones. En total, 1.009 personas, los llamados “grandes electores”. En las tres primeras votaciones se precisa una mayoría de dos tercios. A partir de la cuarta, basta con la mayoría absoluta.
Los escrutinios del jueves y de ayer fueron un mero trámite, un tanteo, con más de la mitad de papeletas en blanco. Surgieron muchos nombres, algunos pintorescos, como el periodista Vittorio Feltri –uno de los arietes mediáticos del berlusconismo– o el capitán del Roma, Francesco Totti, a pesar de tener menos de 50 años, requisito para ser presidente.
Renzi se ha planteado la elección al Quirinal como una oportu- nidad para cohesionar al PD, para demostrar al país que es él quien manda. A Berlusconi no le ha gustado esta actitud. Esperaba más flexibilidad, un gesto de concertación que ayudara a mantener el diálogo y un espíritu de consenso de cara a las reformas institucionales y sociopolíticas que están por delante. Por eso Forza Italia anunció ayer que votaría hoy en blanco, como rechazo a la imposición de Renzi, pero a la vez sin dar un desaire absoluto al futuro presidente.
Mattarella, de 73 años, es un personaje retirado desde hace tiempo de la primera línea política. Forma parte de esa reserva de líderes experimentados a la que Italia siempre puede recurrir. Es esta una de las tradiciones políticas del país. De la discreta –y gris– labor en el Tribunal Constitucional, Mattarella puede pasar a la jefatura del Estado, con una gran visibilidad nacional e internacional, y un papel importante para pilotar eventuales crisis de gobierno en un país históricamente muy propenso a ellas.
Mattarella, nacido en Palermo, es hijo de un ministro democristiano que solía invitar a cenar a su casa romana al cardenal Montini (luego Pablo VI). El probable nuevo presidente decidió entrar en política tras el asesinato, a manos de la Cosa Nostra, la mafia si-
ciliana, de su hermano Piersanti, en 1980, cuando era gobernador de Sicilia. Más tarde ocupó varias carteras ministeriales, entre ellas la de Defensa. Mientras ostentó este cargo, el servicio militar obligatorio fue abolido en Italia.
Renzi quiso apostar desde el primer día por Mattarella, sin dar margen a otras opciones, para evitar el caos del 2013. Hace dos años, el PD se dividió y quemó a varios de sus candidatos, incluido Romano Prodi, quien se sintió humillado. Giorgio Napolitano hubo de ser reelegido in extremis para un segundo mandato para evitar el vacío institucional o un presidente sin autoridad.
El Movimiento 5 Estrellas (M5E), de Beppe Grillo, ha quedado otra vez fuera del gran juego de los partidos. Los grillini, que ya han visto la deserción o expulsión de 35 parlamentarios, viven una seria crisis interna.