Equipamiento sin uso desde el 2003
Riudaura denuncia el mal estado del centro cívico
El Ayuntamiento estudia poner una denuncia contra los arquitectos por daños y perjuicios
Decenas de placas de zinc, las que el último vendaval arrancó de cuajo de la cubierta, yacen en el suelo del vestíbulo a la espera que venga el perito. Cántaros, archivos, cestas de mimbre y cajas llenas ropa de la representación del pesebre viviente se amontonan en la sala, donde aún hay charcos de agua ocasionados por las goteras en el techo de las pasadas lluvias. El Ayuntamiento de Riudaura, en la Garrotxa, ha dicho “basta”. Así que en una semana, y con la ayuda de los vecinos, recogerá las pertenencias que quedan en el interior de este centro cívico, cerrado desde 2003 por problemas estructurales que actualmente se utilizaba como almacén, y las trasladará a otro espacio municipal. Pero la indignación del Consistorio no termina aquí. También estudia poner una denuncia por daños y perjuicios contra los arquitectos que lo diseñaron.
El edificio, obra del prestigioso estudio de arquitectura RCR, destaca por su modernidad. Combina las planchas metálicas con paredes de cristal y llegó a ser seleccionado para el premio Mies van der Rohe, uno de los más importantes en arquitectura contemporánea de la Unión Europea. Pero de nada sirve a los 400 habitantes de Riudaura sus bellas geometrías porque tras inaugurarse en febrero de 1999, el Ayuntamiento lo cerró cuatro años después ante la amenaza real que suponía la nueva instalación. “Es poner dinero en un pozo sin fondo. Como una hipoteca o, peor aún, como si estuviéramos desahuciados ya que tenemos un local y no lo podemos utilizar debido a sus graves deficiencias”, lamenta la alcaldesa, Eulàlia Massana.
Hasta 500.000 euros lleva ya destinados el Consistorio a sufragar sus desperfectos. Entre otras actuaciones, se ha arreglado, junto con la Generalitat, la plaza del conjunto arquitectónico porque se hundía y se quitaron todas las planchas metálicas del techo que amenazaban con desprenderse tras caer una de ellas cerca de un grupo de niños y herir levemente a un menor. “La gente se quejaba. En invierno tenías que abrigarte porque, pese a la calefacción, hacía frío y en verano te morías de calor. Los cristales temblaban con el viento. Los lavabos se atascaban. La puerta de emergencia sólo mide 1,60 metros y tiene dos peldaños. La barandilla de la terraza, que debajo hay un precipicio de cuatro metros, tiene sólo 80 centímetros y además está inclinada, con lo que era muy peligroso para los más pequeños. El espacio del bar era tan reducido que la comida estaba junto a la basura”, detalla Massana.
Hartos de los problemas y la inseguridad que ha causado la polémica construcción, cuya obra costó 495.000 euros financiados por el Plans Únics d’Obres i Serveis (Puosc), el Ayuntamiento, que ya no quiere invertir ni un euro más, negocia con la Generalitat una salida. “El Govern debería admitir que el edificio no se ha hecho bien desde el inicio. Necesitamos que lo derruyan y construyan uno nuevo”, advierte Massana, quien se plantea hacer una consulta popular para decidir su destrucción. Pero encima de la mesa hay un proyecto de adecuación y rehabilitación, al que el Consistorio, de momento, hace oídos sordos. La razón es que el estudio, elaborado por técnicos del mismo Ayuntamiento, eleva hasta 398.000 euros los costes de una reparación de mínimos, en la que se incluye, por ejemplo, cambiar los cristales por otros de doble cámara o impermeabilizar el tejado. “Estamos por otras cosas. Es prioritario instalar una depuradora y arreglar el dispensario médico”, aclara Massana.
Los arquitectos, que lamentan el deterioro que sufre el edificio por la falta de mantenimiento, no sólo son partidarios de mantenerlo en pie, sino que, además, aseguran que han conseguido ayudas económicas para llevar a cabo parte de los arreglos y que las concretarán en la reunión con la alcaldesa el próximo lunes.
A la espera de hallar una solución definitiva los vecinos, indignados, siguen con su teoría: “Es inservible. Si vendiéramos todo el hierro que hay aquí, tendríamos dinero suficiente para hacernos un centro cívico de los de toda la vida: con ladrillos y cemento”.