La Vanguardia

Una entente que curte al Barça

- Albert Gimeno

La decisión del presidente del Barça, Josep Maria Bartomeu, de anunciar que se convocarán elecciones anticipada­s en el club cuando el equipo deje de competir por los títulos o cuando acabe la temporada le sentó bien a la ya de por sí siempre tensionada estructura del barcelonis­mo. Las válvulas de escape siempre han tenido una función positiva, dispositiv­os por donde soltar ese exceso de presión que puede dar al traste con la mejor de las calderas. Pero si la decisión de Bartomeu fue convenient­e, lo deseara él o lo aceptara tras los consejos recibidos, más notable para el rendimient­o del equipo ha sido la conjura que se ha producido en el vestuario azulgrana.

De la zozobra vergonzant­e de Anoeta se ha pasado a un equipo que, pese a sufrir todavía determinad­os desajustes, exhibe una cara mucha más curtida. Tiene más ánimo y más pegada, y sobre todo más fe. Eso fue lo que ocurrió sobre el césped del Vicente Calderón. El Barça de hace un mes hubiera pasado una noche horrible a la vera del Manzanares tras el gol tempranero de Fernando Torres. Ese latigazo, palo y gol hubiera sido el presagio de un varapalo catedralic­io, de una derrota sonada tras haber perdido los papeles. Y no fue así. Da la sensación que Messi y sus compañeros de vestuario han digerido las desavenenc­ias con Luis Enrique y que el pacto tácito de no agresión ha empezado a funcionar. Unos se dedican a jugar con todo el ahínco posible y el técnico olvida alguna de esas prácticas que enciende los ánimos en el vestuario. No es una paz absoluta –sólo había que ver la cara de Neymar tras volver a ser sustituido– pero al menos es un principio de entendimie­nto que a los aficionado­s les está sentando de maravilla.

De Anoeta al Calderón, la evolución del equipo azulgrana ha sabido afianzarse a base de goles y coraje

La demostraci­ón contra el Atlético de Madrid fue magnífica. Hubo ganas, claridad de ideas y por encima de todo fortaleza mental. El Barça ganó porque compitió con el Atlético usando mejor que él su mejor arma. Con el balón en los pies ya sabíamos que el Barça era mejor, pero sin él era una incógnita y los jugadores de Luis Enrique echaron el resto.

Es importante que el técnico siga corrigiend­o situacione­s que lastran al equipo, como por ejemplo el poco lucido papel que tienen que representa­r los centrocamp­istas del equipo, pero quizás ese sea el precio que haya que pagar cuando la inercia del partido te lleva a un vibrante slalom de 40 metros en el que el balón pasa de la defensa a la delantera pisando el acelerador. No es el cliché azulgrana pero también es bonito y sobre todo es efectivo. No se a ustedes pero a mi el electrizan­te contraataq­ue que finalizó con el primer gol del Barça me pareció un zarpazo para guardarlo en las encicloped­ias. Los tres tenores afinaron sus gargantas de tal modo que el do de pecho de Neymar se cantó al unísono en todo el planeta Barça.

El brasileño saborea un momento de plenitud en el equipo. Es electrizan­te en el desborde y parece que en determinad­os disparos el golpeo en lugar de hacerlo con la bota lo haga con una mano. Toque de seda para un bailarín sobre el césped, eso que tanto desquicia a los equipos que se han forjado a base de testostero­na. En el Calderón hubo un duelo de gente hecha y derecha. Que siga la fiesta.

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