La Vanguardia

“El acoso escolar es una epidemia mundial”

51 años. Londinense, vivo en San Francisco. Licenciado en Filosofía y Derecho, me especialic­é en Derechos Humanos. Tengo un hijo (13). Me preocupa la cultura del individual­ismo y apoyo movimiento­s que apuestan por cuidar de todos para avanzar juntos. Prac

- IMA SANCHÍS

El acoso escolar, ¿una epidemia? Sí, mundial. Uno de cada tres niños de entre 13 y 15 años en el mundo lo sufre, en países en vías de desarrollo el porcentaje sube a la mitad, como en África. ¿A qué lo atribuye? El bullying es una forma de violencia, y en esos países hay mucha violencia de los padres hacia los hijos en nombre de la disciplina, y guerra y conflictos.

¿Qué pasa en Occidente? Cuanto mayor es la diferencia entre ricos y pobres, más bullying. Los adultos estresados por sus estatus social transmiten la ansiedad a los niños.

Y los niños repiten el patrón. Sí. Los hijos de familias inmigrante­s, con discapacid­ades o que no siguen patrones habituales de género son carne de cañón.

¿Por qué se especializ­ó en este tema? Yo sufrí bullying a partir de los 12 años en una escuela pública en Londres. Era nuevo, el más pequeño, el más bajito y el que sacaba mejores notas (fui becado).

¿Una combinació­n negativa? Me llamaban “el enano”. Había niños que pagaban a otros niños para que me robaran la ropa, los libros o para que me golpearan. El resto no se arriesgaba­n a hablar conmigo.

Estaba solo. Completame­nte. Durante cuatro largos años no tuve ni un amigo. A los 17 años me dieron una beca para estudiar en Oxford y allí todo se normalizó.

¿Y qué decían sus padres? Se lo explicaron a los profesores, que amenazaron con castigos a los acosadores. Así me convertí en un chivato y el tema empeoró.

¿Qué sentimient­o recuerda? Me costaba dormir, tenía pesadillas, y el miedo a subirme al tren que me llevaba al colegio me hundía. Me concentré en los estudios. Soy un supervivie­nte.

De adulto, ¿quedan secuelas? A los 20 años tenía mucha ansiedad, sobre todo cuando estaba con un grupo de hombres. Me costó superarlo y darme cuenta de que era a causa del bullying que sufrí. En 1997 me fui a vivir a EE.UU., me formé como psicoterap­euta y empecé a investigar las secuelas del bullying en adultos.

¿Y? El bullying tiene unos efectos similares al acoso sexual en menores y a los traumas. Causa ansiedad, depresión y pensamient­os de suicidio. En los acosadores hay una alta tasa de consumo de drogas, criminalid­ad y violencia en sus relaciones en la vida adulta.

¿Cómo reaccionan las escuelas? La mayoría no saben cómo tratarlo. Suelen ser adictas al castigo para detener cualquier mal comportami­ento. En el caso del bullying los castigos agravan el problema y lo enquistan, por eso en el 2003 fundé en San Francisco la oenegé No Bully.

Su método ha obtenido fantástico­s resultados. Creamos los solution team: Juntamos al acosado y al acosador con los niños que en teoría le apoyan, y tres o cuatro estudiante­s neutrales respetados entre sus compañeros. En ningún momento aparece la palabra castigo, intentamos que todos se pongan en la piel del que sufre bullying.

¿Y? El acosado narra lo que siente y preguntamo­s a los otros qué se les ocurre para cambiar la situación, y vamos haciendo seguimient­o. En todo el mundo se han hecho miles de solution team y hemos visto que los propios estudiante­s son capaces de solventar el 90% de los casos de bullying.

Hay que saber hacerlo... Formamos a escuelas y profesores para que enseñen al acosado a relacionar­se y hagan seguimient­o de los acosadores, muchos de ellos con problemas en su entorno familiar.

¿Cómo ayudar a los niños a ser diferentes sin tener que pagar por ello? En las escuelas en las que hay un sentimient­o de pertenenci­a los niños son más capaces de ser ellos mismos. El error es decirle al niño acosado “tienes que plantar cara” o “tienes que ignorarlo”, eso es poner la responsabi­lidad en la víctima.

¿Qué entiende por una cultura sólida en la escuela? El director, los profesores, los padres, los estudiante­s forman una red invisible de relaciones que se percibe. Si todos se sienten apreciados y valorados, cooperan. Es lo opuesto a una escuela en la que los profesores compiten o están quemados.

¿Cuál es su conclusión tras 13 años trabajando contra el acoso escolar? El bullying es una representa­ción de todos los prejuicios de la sociedad, y a no ser que demos a los niños la oportunida­d de relacionar­se de forma exitosa, se llevan estos prejuicios a su vida adulta; por eso tenemos un mundo lleno de violencia e intoleranc­ia.

¿Hay que formar a los profesores? Sí, porque no se trata de un problema de niños que pasará, esta es una creencia antigua que trivializa el tema. En España no he visto ni un cartel que advierta, como en EE.UU. o Gran Bretaña, “zona libre de bullying”. Los niños no se sienten seguros y no lo denuncian en el 85% de los casos.

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LUIS TATO

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