Rajoy responde con la economía a los que ven una España negra
El presidente presume en Barcelona del mayor crecimiento en Europa para el 2015 Previene contra los “radicalismos”, en los que incluye al independentismo y Podemos
Mariano Rajoy llegó a la Moncloa en noviembre del 2011 con la promesa de sacar a España de la crisis. A ese objetivo ató la suerte de su mandato, incluso en los momentos en que, como en julio del 2012, la entrada de la troika y sus hombres de negro en España parecía inmediata. La recuperación económica como solución a la desafección social con la política y las instituciones, pero también para rebajar el pujante independentismo catalán.
Una vez pasado el ecuador de su primera legislatura, y cuando los primeros datos aunque tímidos y todavía incipientes traen aires de mejora, el presidente del Gobierno considera llegado el momento de ofrecer un mensaje de “moderado optimismo”, aunque advirtiendo de aquellos que “pintan” una “España negra”, el “populismo” de Podemos y la “radicalidad” del proyecto independentista del Artur Mas, son los principales obstáculos para que la crisis económica sea una pesadilla pretérita.
Un mensaje con el que volvió ayer a Barcelona, su primera visita a la capital catalana desde que el líder de CiU fijara las elecciones catalanas para el 27 de septiembre, y cuando las huestes de Pablo Iglesias mostraron su capacidad de movilización tomando el centro de Madrid con banderas republicanas y de esa Grecia convertida en símbolo de los que se oponen a la austeridad dictada por Bruselas y Merkel y al impago de las deuda.
Mejora económica, reformas estructurales y bajada de impuestos es el futuro “muy bueno” que le depara a España en el 2015 y el 2016 que presentó Rajoy en una reunión con una treintena de jóvenes empresarios catalanes. Posteriormente, clausuró un foro abierto del PP dedicado a la creación de empleo, acompañado por la presidenta del partido en Catalunya, Alicia Sánchez-Camacho, y el líder municipal en Barcelona, Alberto Fernández Díaz.
Como un trofeo recién ganado, Rajoy señaló que España se había despedido del 2014 con un crecimiento del 1,4% del PIB y pronosticó que el presente año, el de las elecciones generales que examinarán su gestión, el aumento será superior, superando incluso el 2% del PIB, lo que convertiría a España en “el país de Europa” que más crecerá.
Incluso el líder del PP, habitualmente prudente y poco dado a los titulares, fiel a ese estilo marianista que sus adversarios tildan de gris y previsible, sostuvo que el país se adentraba en “un nuevo círculo virtuoso de crecimiento”.
Rajoy aprovechó esos primeros indicios de bonanza para cen- surar los planes soberanistas del presidente Artur Mas, pero también la decisión de Susana Díaz de adelantar las elecciones andaluzas. “Sólo están interesados en lo suyo y se olvidan de los intereses de todos los ciudadanos”, lamentó. Pero a diferencia de anteriores visitas a Catalunya, Rajoy dedicó menos tiempo en su discurso a la cuestión catalana, demostrando que en la Moncloa empiezan a creer que el independentismo era un globo que el 9-N, con una participación que no superó el 30% del censo, empezó a desinflarse. Esta vez su principal reproche a Mas fue el de un adelanto electoral que genera “incertidumbre” política y económica. “No pueden haber tres elecciones en menos de cinco años en Catalunya, no tiene sentido ni está justificado, tampoco en Andalucía”, dijo.
Para el presidente del Gobierno, la actual coyuntura “de crecimiento de empleo” exige lealtad institucional, moderación en los planteamientos y colaboración entre las administraciones para centrar todos “los esfuerzos en consolidar esa recuperación que es lo que quieren la mayoría de los españoles”.
Pero no sólo el independentismo catalán pone en riesgo, a juicio de Rajoy, el presente y el futuro económico de los españoles. Sin citar directamente a Podemos, la multitudinaria manifes-
tación de ayer en Madrid y la pujanza de Iglesias en los sondeos merecieron una replica del presidente español: “Son unos tristes que andan diciendo por ahí lo mal que van las cosas, pintando una España negra para llegar ellos al poder, pero no lo van a conseguir”. Esta actitud sería, según el líder popular, el ejemplo más claro de “los radicalismos que están tan de moda en nuestro país” y de los que espera que “du- ren poco tiempo”.
En su reivindicación de la obra de gobierno y de España como “relato de éxito” desde el pacto constitucional de 1978, el presidente aseguró que “somos un país de primera aunque algunos parece que no les guste, somos la nación más antigua de Europa, la más cohesionada, la que tiene mejores infraestructuras, una gran sanidad pública y universal y un gran sistema de educación”. Otro dato esgrimido por el presidente, en un foro al que asistie- ron los representantes de las patronales catalanes, fue la actual rebaja fiscal que permitirá que 1,6 millones de españoles estén exentos de realizar la declaración de la renta el 2015.
Una bajada de impuestos que, aseguró, continuará el 2016. Consciente de que reducir la presión fiscal es una de las promesas incumplidas de su programa electoral, y una reclamación tradicional del electorado popular, el presidente del Gobierno justificó la tardanza asegurando que no hubo bajada de impuestos antes “porque España no se lo podía permitir, ya que –recordó– estaba a punto de ser intervenida por la crisis”.