La Vanguardia

“Moriremos todos democristi­anos”

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Primero fue el Mattarellu­m y después vino el Porcellum. El profesor Sergio Mattarella fue el relator de la ley electoral aprobada en agosto de 1993. Una ley que intentaba encauzar la crisis de la Primera República italiana, derivada del proceso Manos Limpias y del agotamient­o de los principale­s partidos, hacia un sistema de sesgo mayoritari­o a fin de estabiliza­r el país mediante la formación de dos grandes coalicione­s, sin acabar de matar a los partidos. El veterano politólogo Giovanni Sartori bautizó la nueva ley electoral como Mattarellu­m y a la prensa le gustó la ironía.

Doce años después, Silvio Berlusconi ordenó quemar el Mattarellu­m para salvar las naves. Veía venir la derrota y utilizó la mayoría absoluta para imponer una nueva ley, ya que en Italia, a diferencia de España, el sistema de elección de los diputados no viene fijado por la Constituci­ón. Berlusconi quiso embarrar el campo antes de perder las elecciones legislativ­as de la primavera del 2006. Más dificultad­es para la formación de una mayoría estable. El relator de la nueva ley fue el ministro Roberto Calderoli, de la Liga Norte, un desvergonz­ado que no tuvo inconvenie­nte en reconocer que la nueva norma era una porcata (porquería). Sartori volvió a bautizar: Porcellum.

Sergio Mattarella (Palermo, 1941) tiene, por tanto, fama de persona seria. Es un democristi­ano limpio. Su hermano menor, Piersanti Mattarella, fue asesinado por la mafia en 1980. También democristi­ano, era presidente de la región de Sicília a finales de los años setenta y tomó partido por la limpieza en la política agraria, con el apoyo de los comunistas. Un sicario lo asesinó cuando salía de casa para ir a misa.

Acompañado por el aura de su hermano, Sergio Mattarella fue ministro con Ciriaco de Mita y Giulio Andreotti en los ochenta, hasta desembocar en la gran crisis política posterior a la caída del muro de Berlín. La vieja DC se partió en tres trozos y Mattarella fue uno de los promotores del Partido Popular Italiano, la facción católica de centroizqu­ierda que se aliaría con el ex PCI en la coalición El Olivo, matriz del actual Partido Democrátic­o. Adversario de Silvio Berlusconi, se hizo amigo de los comunistas que dejaron de serlo.

El primer ministro Matteo Renzi ha hecho una gran jugada impulsando su elección como nuevo presidente de la República. Renzi ha conseguido mantener unido al PD, puesto que el ala izquierda (ex comunistas) no podía rechazar a su viejo amigo Mattarella. Ha sembrado la confusión en el campo opuesto. Ha promovido al más alto cargo de la República a un siciliano cuyo nombre es asociado a la lucha contra la mafia. El honesto orgullo del sur de Italia en el Quirinal. Unidad nacional reforzada. Y por último, aunque no lo último, el regreso por todo lo alto de los democristi­anos. Renzi fue boy scout católico y es hijo de un concejal de la DC. Mattarella también es hijo del partido del escudo cruzado. Retorno a Aldo Moro, con incrustaci­ones de Andreotti. La Iglesia católica, contenta. Renzi, reforzado ante un complejo escenario europeo. Y un viejo adagio que se cumple. Un dicho de los años setenta: “Moriremo tutti democristi­ani”.

Mattarella, una gran jugada de Renzi: une al PD, refuerza lazos con el Sur y oficia el regreso democristi­ano

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