Patriotas
“La política requiere sacrificio. El sacrificio de los demás, por supuesto. No importa qué pueda conseguir un hombre sacrificándose por su país, siempre se saca mayor provecho dejando que otros lo hagan primero. Elegir el momento adecuado, lo es todo”
Francis Urquhart, el FU del House of Cards de la BBC, es una afilada mente política de indeseable réplica en cualquier sistema democrático. Ni veinte años después, el oportunista cinismo de la versión de Frank Underwood de Kevin Spacey está a su altura. Y aún sin personaje de referencia, transitando capítulo a capítulo por el castillo de naipes en el que se ha convertido el proceso soberanista se detectan actos y reacciones con consecuencias igual de devastadoras para recuperar la confianza en la clase política.
La sociedad de intereses entre Convergència y Esquerra partía de un objetivo claro y avanza hacia destino desconocido. La nota del Govern de Artur Mas ha aumentado en el último año según su última encuesta, más de la mitad de catalanes le aprueba –los votantes de CiU y ERC–, pero casi un tercio de los encuestados no sabe qué es lo mejor que ha hecho.
En las próximas semanas, los convergentes exhibirán su versión más independentista, una versión electoral inédita, a pesar de los límites que su socio Josep Antoni Duran Lleida pone al programa del 27-S. Mientras, el partido de Oriol Junqueras hurgará en el terreno de las políticas sociales y la regeneración. Ahí están el pacto por un denominado fondo social para digerir los presupuestos del 2015 y el sacrificio de Mas ante la comisión de investigación del caso Pujol. Una jugada ejecutada con pocas horas de diferencia y consecuencias a medio plazo.
“La lealtad puede ser buena, pero rara vez es aconsejable”
Después de rechazar hasta en cuatro ocasiones la comparecencia de Artur Mas, los republicanos optan ahora por dar prioridad al eslogan electoral. El expresident Pujol pasó por el juzgado generando más preguntas que respuestas sobre la fortuna familiar y en la sala de máquinas del Palau de la Generalitat lamentan que sus socios por necesidad se paseen ahora sobre el elefante de Lakoff y contribuyan a alimentar un imaginario donde la corrupción silencia futuras estructuras de Estado. ¿Antipatriótico? ¿Una puñalada a Mas? La capacidad del conseller de Territori, Santi Vila, para enervar a las filas republicanas (y a las propias) está probada pero el objetivo político por el que se fuerza la comparecencia de Mas no puede convertir en incompatible la transparencia con el proceso soberanista. El patriotismo pasa más que nunca por la regeneración política. El president es el principal estandarte del movimiento independentista pero Catalunya no es inmune al tictac que resuena desde la Puerta del Sol y la marcha por el cambio de Podemos también se puede plantar en el Parlament. Sin lista unitaria que valga, ni planteamiento de excepcionalidad, el carácter plebiscitario de las elecciones sólo lo pondrán los resultados en las urnas. Y hasta identificar a vencedores y vencidos, la hoja de ruta seguirá siendo una incógnita.