La Vanguardia

El pacto contra el terrorismo yihadista

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LA experienci­a aconseja que la lucha contra el terrorismo yihadista se planee desde la inteligenc­ia, en las dos concepcion­es del término: la inteligenc­ia como atributo político para una buena estrategia y mejor diagnóstic­o; y la inteligenc­ia como sustantivo e instrument­o para la prevención y la represión. Actuar de esta forma garantiza la eficiencia en la táctica para tarea policial y judicial, que es lo que interesa. El Gobierno plantea un plan para erradicar este terrorismo teniendo en cuenta estas premisas, pero en cuanto a la táctica, pone en duda su eficacia.

Si la lucha contra el terrorismo es una labor de Estado, que lo es, lo lógico es contar con el apoyo del máximo de grupos posible, por lo que no se entiende que limite el pacto a un solo grupo, el socialista, con la esperanza de que los demás, incluidos los nacionalis­tas con responsabi­lidades de gobierno, se sumarán después. Además, la estrategia política se plantea desde unos términos que suponen un obstáculo para el acuerdo en ese limitado espacio. Por ejemplo, cuando se propone aprobar la pena de prisión permanente revisable, es decir, la condena perpetua que supone poner a los socialista­s contra las cuerdas y que para el PP se plantea como condición irrenuncia­ble, lo que induce a pensar que se valora más la represión que la prevención. Una táctica que la historia reciente ha demostrado que es un error y cuyas consecuenc­ias saltan a la vista. Es lógico preguntars­e, por tanto, si no hubiese sido más eficaz haber planteado un mínimo común denominado­r para un máximo de apoyos, incluidos aquellos que asoman por el horizonte electoral, para lograr el efecto de la unidad en una estrategia que interesa a todos y no sólo a los partidos de gobierno.

Es más que evidente la amenaza de este terrorismo en nuestras sociedades, por lo que es necesario actuar con diligencia, pero no con prisas, y eficacia. El plan presentado por el Gobierno va por el buen camino porque abarca los tres espacios en los que se mueve este fenómeno global: el interior, el exterior y el ciberespac­io; que contempla desde la captación de terrorista­s en las mezquitas y otros ámbitos de influencia extremista a la radicaliza­ción en las cárceles, que incumbe desde la responsabi­lidad local a la internacio­nal e implica a todos los niveles de la Administra­ción e incluso a la sociedad civil. Por tanto, es aconsejabl­e que se intente un esfuerzo por parte del Ejecutivo de ampliar el acuerdo a otros partidos y sin condicione­s insalvable­s.

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