La Vanguardia

‘Ciutat morta’

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La pregunta es clara: ¿mienten los diarios? Bajo el síndrome 4-F en el que vivimos desde que la televisión pública de Catalunya emitió el documental Ciutat morta, algunos lectores se han quejado al Defensor de que su diario les miente. Otros preguntan si, tras ver el documental, deben poner en duda la confianza que les merece la prensa. La carta de Joan Gállego resume mejor que ninguna la insistente pregunta: “Vi el documental y me impactó. Al día siguiente dudaba de que aquello pudiera ser real”. Pero el lunes –añade el lector– “cuando vi que todo el mundo daba la historia por creíble empecé a dudar.” Y acaba con esta pregunta: “¿Puedo fiarme de la informació­n que me dan La Vanguardia y los demás periódicos?”

Mentir, los diarios no mienten. En cualquier caso, deciden qué hechos son noticia y cuáles no y el punto de vista desde el que narran la historia. Los teóricos de la comunicaci­ón hablan de la importanci­a de controlar la agenda informativ­a o, lo que es lo mismo, estudian quién impone la jerarquía en el relato informativ­o. Manuel Castells, en Comunicaci­ón y Poder (Alianza Editorial, 2009) afirma que “cuando el poder del Estado para censurar es limitado, el control de la informació­n suele hacerse creando mensajes y pasándolos a través de mensajeros creíbles”. Y cuenta cómo, a partir de las últimas décadas del siglo pasado, las administra­ciones cambiaron la opacidad y el silencio por un bombardeo de informació­n para imponer su relato. Es cierto, pero indistinta­mente de que la informació­n institucio­nal llegue con sordina o con altavoz, el periodismo de calidad está obligado a contrastar todas las caras de una noticia y a ofrecer cada una de las versiones de una misma realidad. En enero del 2008, La Vanguardia cubrió el juicio sobre el que trata Ciutat morta. El Defensor ha revisado la crónica de tribunales y este diario dejó claras las tesis diametralm­ente opuestas del fiscal y la defensa y las diferencia­s de criterio entre los peritos forenses de una y otra parte. Informativ­amente, el tema se cerró con la sentencia que condenaba a los protagonis­tas del documental por las lesiones que dejaron en coma al policía municipal de Barcelona Juan José Salas, la madrugada del 4 de febrero del 2006.

Ahora, el mérito de Ciutat morta es contar la historia desde el lado de los perdedores, cuestionar la verdad judicial y obligar al espectador a poner en duda sus certezas. Dudar no es malo. Tres años antes, Gregorio Morán lo había hecho en sus Sabatinas Intempesti­vas del 22 de octubre del 2011 donde hacía un homenaje a Patricia Heras, filóloga, poeta y condenada por el 4-F.

Cuando la duda convierte las certezas en un espejo roto es fácil matar al mensajero y desconfiar de quien informa cada mañana. El Defensor lo pudo constatar los días posteriore­s a la emisión del documental. El pasado viernes 23, este diario ofreció una completa informació­n con la versión de todos los protagonis­tas y el contraste entre la sentencia y el documental (Vivir, páginas 1 a 3). La función del periodismo no es revisar la sentencia pero sí ofrecer una informació­n detallada y amplia. Sólo así, y, pese a todas las crisis en las que están inmersos los medios, el periodismo seguirá teniendo la fuerza necesaria para cumplir con su obligación irrenuncia­ble: contar de forma clara todas las caras de la verdad, explicar las diferencia­s e imponer su relato.

Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector (defensor@lavanguard­ia.es) o llamar al 93-481-22-99

Tras la emisión del documental que cuestiona la sentencia del 4-F varios lectores ponen en duda su confianza en la prensa

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Josep Rovirosa

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