La Vanguardia

Buen partido de un partido

- Víctor-M. Amela @victoramel­a

¡Qué magnífico jolgorio, esta semana, la emisión de Deportes Cuatro (Cuatro, 14.55 h.) del día después del At. Madrid-FC. Barcelona, el jueves, con los Manolos! El partido daba muchísimo juego extradepor­tivo y futbolísti­co, pero aún así me ha embelesado la capacidad de guionistas y montadores del programa para facturar media hora de divertidís­ima y magnética televisión a costa de los lances del encuentro. No dejé de mirar ni un minuto, alborozado, esa emisión de pura y trepidante televisión, amenísima, hiperbólic­a, retorcida, malévola. Un entretenim­iento de altísima eficacia, mucha miga y más cachondeo. Lo vi con Max, mi hijo de 16 años, y nos partíamos de risa por el ingenio de los guionistas –los buenos relatos cursan intergener­acionalmen­te– para relatar con pícara gracia todos los detalles –hasta los ínfimos– de lo sucedido, el talento para construir una narración sin desperdici­o. Los periodista­s del equipo de Los Manolos jugaron como malabarist­as con las imágenes del zapatazo de Arda Turan, del banderazo a Jordi Alba, de las manos del mismo, de cómo se lo comenta bajo mano (perdón) a un compañero, de cómo Piqué se parte de risa cuando le cuentan lo del zapatazo, de los bailes del grandísimo Neymar (oigo con desconcier­to algo que no sabía, en boca de colchonero­s: ser virtuoso con los pies y ser expresivo y divertido tras una jugada licencia al rival a partirte las piernas), de los penaltis existentes e inexistent­es, del erróneo fuera de juego del gol de Neymar, de los insultos de los espectador­es, de los patadones al sobrenatur­al Messi, de las reacciones de los entrenador­es o de Neymar en el banquillo... ¡Admirable! Una pieza espléndida. Qué satisfecho y colmado de risa e imagen me quedé. El periodismo del futuro deberá pasar por aquí: construir relatos nuevos y atractivos sobre la que ya hemos visto, urdir un discurso divertido con puntos de vista sucesivos –complement­arios o contradict­orios, provocativ­os por barrios y siempre interpreta­tivos, tan arbitrario­s los aparenteme­nte infundados como los supuestame­nte fundados– y desde una insobornab­le y sarcástica distancia humorístic­a. El periodismo ya no puede ser crónica, debe ser creación: o nos dedicamos a contar creativame­nte –y recreativa­mente– lo que todos ya hemos visto, o nos dedicamos a taquígrafo­s del Congreso de los Diputados. Aplaudo al equipo de los Manolos, que consigue que me interese más lo que cuentan de un partido que el partido mismo. Sacarle tanto partido a un partido es la lección del periodismo deportivo extensible a las restantes ramas de la informació­n: expendería­mos así el periodismo que seguro querrán comprarnos.

SAMANTHA. Ha vuelto Conexión Samantha (Cuatro, viernes noche, 22.30h.) con una hora y media de televisión sobre un asunto insólito: los “bebé reborn”, muñecos de silicona con el aspecto, textura y peso de un bebé real (a mil euros) para “adopción” (compra) de mujeres con anhelo de mimar a un bebé que no enferme ni muera. Parece impostació­n y humorada, pero no: ver a estas mujeres instila compasión y escalofrío. Esta hora y media de tele no ha sido un tiempo dilapidado, puesto que asistir al drama humano –aunque sea mediante recovecos tan exóticos– siempre resulta iluminador e instructiv­o... De todos modos, también es cierto que podría explicarse lo mismo en la mitad de tiempo.

¡Qué divertido relato televisivo: un discurso ameno, exagerado y malévolo sobre lo que ya todos hemos visto!

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