El corresponsal y el imperio
Reedición de las mejores crónicas londinenses de Augusto Assía para ‘La Vanguardia’ durante la II Guerra Mundial
Irse a la guerra, batirse, morir, fundir acero para construir quillas de barcos o cañones, inventar, improvisar, todo ello es tan propio de la naturaleza inglesa como traficar, jugar al críquet o hacer turismo. De aquí que sea tan difícil vencer al inglés (...) De aquí que Inglaterra se recupere siempre contra todas las adversidades bélicas”. Profético y realista, lúcido siempre, Augusto Assía escribió estas líneas en julio de 1942 para los lectores de La Vanguardia desde su legendaria corresponsalía en Londres, un pepito grillo gallego en una España donde nadie dudaba –y menos públicamente– de la victoria bélica nazi.
Libros del Asteroide edita en un volumen Cuando yunque, yunque. Cuando martillo, martillo, dos libros que ya en 1946 reconocieron el valor intemporal de las crónicas de Assía, seudónimo de Felipe Fernández Armesto, para La Vanguardia desde el Londres de la Segunda Guerra Mundial, el Londres indomable y churchilliano cuya resistencia descolocó a la España oficial y alumbró la esperanza de muchos lectores que veían en la dignidad y coraje de Inglaterra un ideal entre el nazismo y la alternativa soviética. El título de Asteroide recopila la “guerra defensiva” – Cuando yunque, yunque– y la “guerra ofensiva”, a partir del 43, o Cuando martillo, martillo, que no se habían reeditado.
Los setenta años del fin de la II Guerra Mundial son el aniversario perfecto para la recuperación de Augusto Assía, que se incorpora a la pléyade de periodistas españoles del siglo XX cuya obra en diarios y revistas alumbra numerosos libros estos días. La lista de los resucitados es gloriosa y la encabeza otro gallego que nunca dejó de figurar en las librerías de calidad: Julio Camba, amigo de Assía –se conocieron en los tejados de la catedral de Santiago–, su predecesor en el oficio de corresponsal de prensa en Londres y un maestro cuyo estilo irónico y brillante en las paradojas se aprecia y mucho en las crónicas costumbristas de Assía en los primeros meses de la guerra.
Otros revalorizados recientes han sido Manuel Chaves Nogales, el más inclasificable y perdedor, el Gaziel de tantos registros, etapas y visiones, y Eugeni Xammar (Pla merece ser asociado al grupo). Todos fueron muy locales y a la vez universales, periodistas de culo inquieto que viajaron mucho y contaron lo que pasaba y aún lo que no pasaba, apoyados en la claridad y economía de de adjetivos que impone el estilo pe- riodístico. Escribían muy bien, vaya, de ahí esta eclosión de recopilatorios y reediciones.
Augusto Assía fue una leyenda del periodismo internacional. Su carrera es inexplicable al margen de La Vanguardia, que apostó en varios episodios cruciales por aquel espíritu gallego: el director Gaziel le envío de corresponsal antes de cumplir los 25 años a Berlín donde permaneció hasta que fue expulsado por Goebbels en 1933. El diario de los Godó lo trasladó a Londres donde ejerció una corresponsalía volante por Europa –con el paréntesis de la Guerra Civil, que pasó en el bando franquista– y de nuevo al Londres martirizado, cuya atmósfera e insularidad describió, cautivado por las formas y el fondo de la vida inglesa. Sus crónicas, discor- dantes con las consignas de la época, irritaron a muchos gerifaltes como el mismísimo Serrano Suñer, canciller y cuñado de Franco, que envió un telegrama al embajador en Londres, el duque de Alba, amenazándole con retirarle la nacionalidad española. “No importa, con tal de que conserve la gallega”, fue la respuesta de Augusto Assía.
Un libro hijo de la fructífera relación entre Armesto y La Vanguardia –de 1929 a 1986–, y un homenaje a un Londres que describió con buen pluma y mejores fuentes informativas.
Assía se suma a la recuperación literaria de periodistas como Pla, Camba, Nogales, Gaziel, Xammar... Corresponsal de ‘La Vanguardia’ y pepito grillo, retrató el Londres indomable y churchilliano