El Atlético manda en el barrizal de Ipurua
La pelea fue siempre desigual. Ni siquiera el barrizal en el se convirtió el césped de Ipurua por culpa de la lluvia caída antes y durante el partido frenó a un Atlético que, en escenarios como el de ayer, se mueve como pez en el agua. Se le nota, está a gusto en el campo y acepta sin pestañear el planteamiento del rival, un Eibar interesado en lo que se entiende como juego viril, con mucho contacto, pocos pases y muchos balones largos. Sólo así se puede jugar en un césped como el que había ayer en Ipurua.
Los madrileños, que habían intentado perjudicar al Barcelona con una hierba irregular en la vuelta copera del pasado miércoles, salieron decididos a olvidar la decepción y encontraron la recompensa muy pronto, en un balón robado que Raúl García, tras eludir a Añibarro, envió en profundidad a Griezmann. El francés remató con la izquierda por bajo a los siete minutos y abrió el marcador. El 0-1 descolocó a un Eibar que, de forma sorprendente, ocupa el octavo puesto de la clasificación cuando el campeonato ha iniciado ya la segunda vuelta. Los vascos fueron superados esos minutos y ni la garra que suelen mostrar les sirvió para plantar cara a un Atlético mejor, que aprovechó además muy bien sus oportunidades.
En 25 minutos todo quedó resuelto porque Mandzukic envió dos veces el balón a la red de Irureta, poco acertado en todos los remates. En el primero (23) remató desde cerca un buen centro de Griezmann desde la izquierda después de una de las numerosas jugadas embarulladas que se pro- dujeron. En el segundo, sólo dos minutos después, cazó una pelota en el área y la colocó junto al palo del guardameta. El croata ya lleva diez goles en la liga –los mismos que Griezmann– y se conso- lida como un buen sucesor de Diego Costa, una tarea ciertamente complicada. Entre los dos delanteros han marcado 20 de los 43 goles del Atlético en la Liga.
Los choques entre los futbolistas fueron constantes durante todo el partido y, lógicamente, hubo poca continuidad. Muchas faltas y quejas al colegiado en la interpretación de lo que estaba pasando. El Eibar apenas inquietó, aunque Piovaccari se quedó solo ante Moyá después de un rechace afortunado, pero el portero desvió con habilidad ya muy cerca del descanso. Instantes después, fue Raúl García el que chutó muy alto con todo a favor.
El segundo tiempo sobró. No había nada más que decir. Garitano hizo un triple cambio –entraron Lekic, Capa y Lara– pero todo estaba decidido desde mucho antes y el gol de Piovaccari quedó como una anécdota.