El piloto Albert Bosch abandona la gasolina
Albert Bosch, primer piloto que ha participado en el Rally París-Dakar a bordo de un coche eléctrico
NUEVAS DEMANDAS “La sociedad pide más seguridad, pero también coches más eficientes”
AVENTURERO Se arruinó invirtiendo en plantas solares y rechazó hacer publicidad
No volveré a correr en el rally París-Dakar en coche de gasolina; mi apuesta por el coche eléctrico es definitiva”, explica Albert Bosch (Sant Joan de les Abadesses, 1966) mientras bebe relajadamente un vaso de agua en una cafetería en Barcelona. No cuesta demasiado imaginar a este hombre, vital y optimista, recorriendo el desierto en la París-Dakar, y la frustración que debió de sentir al abandonar la prueba en la tercera etapa. Pero los fracasos, combinados con su espíritu de superación, han sido para él un gran acicate. Por eso ha sido el primer piloto que ha competido en coche eléctrico en la famosa prueba de resistencia.
Bosch había participado en ocho ocasiones anteriores en la París-Dakar y en decenas de pruebas de deportes extremos. Completó un plan para escalar las siete montañas más altas de cada continente y fue corredor de ultramaratones. Pero la travesía a la Antártida sin asistencia hasta el polo Sur le transformó definitivamente; la conciencia de haberse convertido en testigo de la fragilidad del planeta y de su degradación ambiental.
Y decidió actuar con agradecimiento. “Decía que quería mucho la naturaleza, pero no había hecho nada por ella”. Y fue así como dio el paso para llevar un coche sin gasolina a la prueba más dura del mundo. “He querido poner la innovación al servicio de un bien común, como es la protección del medio ambiente, en lugar de ponerlo al servicio de la simple idea de ganar, ir más rápido y llegar el primero”, explica.
Bosch sostiene que la misión de aventureros como él es “explorar el futuro” del planeta y “ser testigo de sus cambios”, porque “el hombre va a seguir ocasionando graves impactos” en la Tierra. Su propuesta era arriesgada. Tuvo que pedir ayuda, buscar patrocinador, diseñar un coche eléctrico y lograr que la organización del rally aceptara su participación, algo que no era fácil, pues “cuesta cambiar un mundo dominado por las petroleras”.
“La sociedad pide, ahora, al mundo del motor que, además de más seguridad y airbags, ocasione menos impacto ambiental y sea más eficiente. El mundo del motor debe promocionar las energías limpias y dejar los combustibles fósiles, porque en el futuro no podrá seguir haciéndose lo mismo. La sociedad no lo consentirá”. Por eso, pide a las administraciones mayor apoyo al coche eléctrico y la idea de que en las gasolineras se instalen puntos de recarga eléctrica para tener permiso de funcionamiento.
Bosch coincide con cuantos opinan que el Dakar tiene unos cimientos ideológicos “muy frágiles” por esa incontinente exhibición de derroche energético y mirada fugaz sobre un continente pobre. “Es insostenible, cierto, como lo son las pistas de esquí, muchas industrias o transportes que usamos a diario”, dice. “La Dakar sólo es un reflejo más de que el mundo del motor sólo valora el rendimiento, pero no los impactos que ocasiona”, afirma.
Con su intervención en la Dakar, no pretendía presentarse como un equipo modélico en cuanto al aspecto medioambiental. Era consciente de la propia contradicción en que incurría como participante (la carrera exigía una compleja logística de apoyo: dos camiones, dos vehículos 4x4 y un sistema de recarga con un generador eléctrico contaminante). Pero quería estar a la vanguardia del compromiso para “abrir un camino para facilitar el avance de las tecnologías limpias y eficientes”.
Ahora, pese a abandonar en la tercera etapa (por una avería en la bomba de dirección) y tener que decir adiós cuando esperaba llegar mucho más lejos, hace una valoración positiva. Sus convicciones se han reforzado. Volverá en coche eléctrico, y por eso ya está pensando en rediseñar el coche, analizar dónde ha fallado, preparar mejoras...
Mientras, sigue lidiando con sus contratiempos. Él es uno de los miles de personas que invirtieron en plantas fotovoltaicas y que se vieron arruinados por la reducción de primas impuesta por el Gobierno. Pero mientras paga sus deudas, prepara nuevas aventuras para los próximos años, como la Vuelta al Mundo en 80 Días, que empezará a finales del 2016 o principios del 2017, una competición en la que se recorrerá el planeta sin combustible fósil. En ella, él es uno de nueve embajadores o representantes que activan su organización.
Bosch es rehén voluntario de su perfil de aventurero ecologista. Por eso, ha rechazado ofertas para hacer publicidad de nuevos vehículos 4x4 con gasolina y ha declinado la invitación para presentar en televisión un reality sobre motor donde debía seleccionar el equipo para acudir al Dakar patrocinado por una petrolera y una bebida refrescante. Hubiera ganado dinero, pero no se hubiera sentido a gusto. “Lo fácil es que cuando se han conseguido los objetivos se justifiquen los valores; en cambio, partir de valores para conseguir los objetivos es algo más complicado. Líderes sin valores ya tenemos demasiados”, dice. En eso no competirá.