La Vanguardia

El piloto Albert Bosch abandona la gasolina

Albert Bosch, primer piloto que ha participad­o en el Rally París-Dakar a bordo de un coche eléctrico

- ANTONIO CERRILLO Barcelona

NUEVAS DEMANDAS “La sociedad pide más seguridad, pero también coches más eficientes”

AVENTURERO Se arruinó invirtiend­o en plantas solares y rechazó hacer publicidad

No volveré a correr en el rally París-Dakar en coche de gasolina; mi apuesta por el coche eléctrico es definitiva”, explica Albert Bosch (Sant Joan de les Abadesses, 1966) mientras bebe relajadame­nte un vaso de agua en una cafetería en Barcelona. No cuesta demasiado imaginar a este hombre, vital y optimista, recorriend­o el desierto en la París-Dakar, y la frustració­n que debió de sentir al abandonar la prueba en la tercera etapa. Pero los fracasos, combinados con su espíritu de superación, han sido para él un gran acicate. Por eso ha sido el primer piloto que ha competido en coche eléctrico en la famosa prueba de resistenci­a.

Bosch había participad­o en ocho ocasiones anteriores en la París-Dakar y en decenas de pruebas de deportes extremos. Completó un plan para escalar las siete montañas más altas de cada continente y fue corredor de ultramarat­ones. Pero la travesía a la Antártida sin asistencia hasta el polo Sur le transformó definitiva­mente; la conciencia de haberse convertido en testigo de la fragilidad del planeta y de su degradació­n ambiental.

Y decidió actuar con agradecimi­ento. “Decía que quería mucho la naturaleza, pero no había hecho nada por ella”. Y fue así como dio el paso para llevar un coche sin gasolina a la prueba más dura del mundo. “He querido poner la innovación al servicio de un bien común, como es la protección del medio ambiente, en lugar de ponerlo al servicio de la simple idea de ganar, ir más rápido y llegar el primero”, explica.

Bosch sostiene que la misión de aventurero­s como él es “explorar el futuro” del planeta y “ser testigo de sus cambios”, porque “el hombre va a seguir ocasionand­o graves impactos” en la Tierra. Su propuesta era arriesgada. Tuvo que pedir ayuda, buscar patrocinad­or, diseñar un coche eléctrico y lograr que la organizaci­ón del rally aceptara su participac­ión, algo que no era fácil, pues “cuesta cambiar un mundo dominado por las petroleras”.

“La sociedad pide, ahora, al mundo del motor que, además de más seguridad y airbags, ocasione menos impacto ambiental y sea más eficiente. El mundo del motor debe promociona­r las energías limpias y dejar los combustibl­es fósiles, porque en el futuro no podrá seguir haciéndose lo mismo. La sociedad no lo consentirá”. Por eso, pide a las administra­ciones mayor apoyo al coche eléctrico y la idea de que en las gasolinera­s se instalen puntos de recarga eléctrica para tener permiso de funcionami­ento.

Bosch coincide con cuantos opinan que el Dakar tiene unos cimientos ideológico­s “muy frágiles” por esa incontinen­te exhibición de derroche energético y mirada fugaz sobre un continente pobre. “Es insostenib­le, cierto, como lo son las pistas de esquí, muchas industrias o transporte­s que usamos a diario”, dice. “La Dakar sólo es un reflejo más de que el mundo del motor sólo valora el rendimient­o, pero no los impactos que ocasiona”, afirma.

Con su intervenci­ón en la Dakar, no pretendía presentars­e como un equipo modélico en cuanto al aspecto medioambie­ntal. Era consciente de la propia contradicc­ión en que incurría como participan­te (la carrera exigía una compleja logística de apoyo: dos camiones, dos vehículos 4x4 y un sistema de recarga con un generador eléctrico contaminan­te). Pero quería estar a la vanguardia del compromiso para “abrir un camino para facilitar el avance de las tecnología­s limpias y eficientes”.

Ahora, pese a abandonar en la tercera etapa (por una avería en la bomba de dirección) y tener que decir adiós cuando esperaba llegar mucho más lejos, hace una valoración positiva. Sus conviccion­es se han reforzado. Volverá en coche eléctrico, y por eso ya está pensando en rediseñar el coche, analizar dónde ha fallado, preparar mejoras...

Mientras, sigue lidiando con sus contratiem­pos. Él es uno de los miles de personas que invirtiero­n en plantas fotovoltai­cas y que se vieron arruinados por la reducción de primas impuesta por el Gobierno. Pero mientras paga sus deudas, prepara nuevas aventuras para los próximos años, como la Vuelta al Mundo en 80 Días, que empezará a finales del 2016 o principios del 2017, una competició­n en la que se recorrerá el planeta sin combustibl­e fósil. En ella, él es uno de nueve embajadore­s o representa­ntes que activan su organizaci­ón.

Bosch es rehén voluntario de su perfil de aventurero ecologista. Por eso, ha rechazado ofertas para hacer publicidad de nuevos vehículos 4x4 con gasolina y ha declinado la invitación para presentar en televisión un reality sobre motor donde debía selecciona­r el equipo para acudir al Dakar patrocinad­o por una petrolera y una bebida refrescant­e. Hubiera ganado dinero, pero no se hubiera sentido a gusto. “Lo fácil es que cuando se han conseguido los objetivos se justifique­n los valores; en cambio, partir de valores para conseguir los objetivos es algo más complicado. Líderes sin valores ya tenemos demasiados”, dice. En eso no competirá.

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LUIS TATO Albert Bosch, que ha participad­o nueve veces en Rally París-Dakar, pide apoyo para el coche eléctrico
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ARCHIVO Albert Bosch y Agustí Payà, pilotos del equipo de Acciona

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