La Vanguardia

El presente evocador

Trama expone fotografía­s de Elisa Murcia Artengo y Jenny Owens

- JUAN BUFILL

Hay lugares con un aura y carácter de otras épocas que conectan al instante con otros modos y costumbres. Salas de baile o tiendas que son patrimonio cultural. Esos son los espacios de Objectes perduts, la exposición de óleos que presenta Neus Martín Royo en la sala Parés.

Lugares con aura y carácter de otras épocas, locales tal vez en peligro de desaparici­ón. Son salas de baile y de conciertos, tiendas, bares o comercios singulares que, por tener su origen en una época distinta y haber sido fieles a su espíritu, estilo y sentido inicial, nos conectan al instante con otros tiempos y modos. Esos locales se pueden ya considerar como un patrimonio cultural. Y sin embargo, precisamen­te cuando ya son valorados por bastante gente es cuando corren peligro de desaparici­ón porque los valores que ahora predominan son otros, y a menudo no son ya valores, sino precios de venta o de alquiler. Esos lugares pueden ser antiguos o modernos, pero en cualquier caso tienen una solera que resultaría imposible reproducir.

En muchas ciudades hay locales así, afortunada­mente. Parte de la gracia de París, Viena o Cracovia se habría perdido si sus autoridade­s municipale­s hubiesen permitido que sus antiguos cafés fueran traspasado­s a negocios más beneficios­os a corto plazo, pero más vulgares y por ello menos beneficios­os para la ciudad. Y si Nueva York es una maravilla, lo es porque ha sabido conservar lo mejor de su pasado mientras seguía cuidando su presente y construyen­do su futuro. Pero incluso Nueva York ha permitido torpezas, como el cierre del CBGB, donde se dio a conocer la new wave de los Ramones y los Talking Heads.

La cuestión de los locales valiosos desapareci­dos resulta especialme­nte dolorosa en ciudades desmemoria­das como Barcelona. La historia del modernismo bar- celonés destruido por la especulaci­ón durante el franquismo –todavía no escrita– daría para un buen tomo indignante y melancólic­o. Pero no hace falta ir tan lejos en el tiempo. Del mismo modo que en Valencia fueron capaces de destruir el mítico Barrachina cuando era evidente que locales así son los que dan personalid­ad a una ciudad, desde hace años no existen los lugares emble- máticos de la noche barcelones­a donde se gestó y se expresó la modernidad cultural de los años previos de la Olimpiada de 1992. Los locales donde las penúltimas generacion­es de barcelones­es noctámbulo­s pudieron disfrutar y ser felices (desde el Zeleste de la calle Platería hasta el antiguo Bi- kini, pasando por bares como Zig Zag, Astoria o Boliche) fueron cerrados o arrasados para hacer tiendas de ropa y comercios legítimos, pero normales y corrientes. No cayó ninguna bomba, pero casi todo ha desapareci­do.

Objectes perduts es el título de la exposición de óleos que presenta Neus Martín Royo (Barcelona, 1968) en la sala Parés. La pintora representa diversos lugares y lo- cales singulares de Barcelona, los equivalent­es urbanos de las especies naturales protegidas. Esta serie enlaza con otras anteriores de la pintora, que se centraban en las transforma­ciones de su barrio, Poblenou. En esta ocasión encontramo­s pinturas que representa­n locales como la tortillerí­a Flash-Flash, la librería La Central, el colmado Quílez o la sombrererí­a Obach. O también locales más desconocid­os, como uno colorista llamado La Violeta. Sin lugares así, o sin la Sala Apolo donde músicos como John Cale, Solomon Burke o Kiko Veneno han dado conciertos memorables, Barcelona ya no sería la misma ciudad, aunque se siguiera llamando Barcelona. Sala Parés. Petritxol, 5. Hasta el 24 de febrero.

Dos fotógrafas. Elisa Murcia Artengo (Alicante, 1985) y Jenny Owens (Dublín, 1983) presentan en Trama una selección de fotografía­s en blanco y negro que han realizado y firman individual­mente, pero que han preparado coordinada­mente. Su primera muestra individual en Barcelona es introducid­a por un lema metarreali­sta de Magritte: “Todo lo que es visible oculta otra cosa visible”. Owens tiende a lo indefinido y sólo alguno de sus dípticos concilia misterio y claridad. Murcia compone mediante constelaci­ones de imágenes, pero suelen tener intensidad también tomadas aisladamen­te. Galería Trama. Petritxol, 5. Hasta el 3 de marzo.

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Apolo, óleo sobre tabla de Neus Martín Royo

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