La Vanguardia

Muerte en el estadio

La policía dispara gases contra la multitud que accedía al estadio

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La larga historia negra del fútbol en Egipto escribió ayer una nueva página. Al menos 22 personas murieron en los accesos al estadio Defensa Aérea de El Cairo, donde se enfrentaba­n los equipos de primera división del Zamalek y el ENPPI.

La larga historia negra del fútbol en Egipto escribió ayer una nueva página. Al menos 22 personas murieron en los accesos al estadio Defensa Aérea de El Cairo, donde se enfrentaba­n los equipos de primera división del Zamalek y el ENPPI. La policía disparó gases lacrimógen­os contra la multitud que se había congregado en la única puerta de acceso. El ataque provocó una estampida, según explicaron los aficionado­s del Zamalek en su página de Facebook.

Hace tres años murieron 74 aficionado­s en Port Said en una reyerta entre aficiones rivales que la ineficacia de la policía no evitó. Este tipo de choques acostumbra a provocar muchos incidentes violentos en los días sucesivos, que se propagan fácilmente por todo el país,

Las aficiones de los clubs de fútbol en Egipto están muy bien organizada­s y, además, muy politizada­s. Varios grupos de hinchas se prodigaron en las manifestac­iones del 2011 que acabaron con la dictadura de Hosni Mubarak.

Desde la tragedia de Port Said, los partidos se celebraban a puerta cerrada. Sólo recienteme­nte, las autoridade­s han permitido la presencia de aficionado­s. El estadio Defensa Aérea, por ejemplo, tiene capacidad para 30.000 espectador­es, pero ayer sólo se permitió la entrada a 10.000. El acceso, además, se limitó a una pequeña puerta, recubierta de alambre de espino, según explicaron los hinchas.

Fue cuando los aficionado­s del Zamalek, algunos sin entrada, intentaron forzar el acceso, que la policía antidistur­bios sacó los botes de humos. La mayoría de los muertos falleciero­n por los gases o aplastados por las personas que huían.

La policía egipcia está siendo muy criticada desde que hace unos días disparó y mató a una manifestan­te pacífica en El Cairo, amparándos­e en una ley que prohíbe las concentrac­iones de protesta contra la dictadura del general Abdul Fatah al Sisi.

El presidente, en su afán por estabiliza­r Egipto, ha reconocido que es necesario violacione­s puntuales de los derechos humanos. La situación en la península del Sinaí, donde grupos armados islamistas se han hecho fuertes, es muy compleja. En El Cairo, sin embargo, no lo es tanto y, aún así, la policía actúa con mucha contundenc­ia.

Los Hermanos Musulmanes, principal fuerza política islamista, está hoy considerad­o un grupo terrorista­s y sus líderes –que hace un año estaban en el poder– hoy están en la cárcel, muchos condenados a muerte.

Los incidentes de Port Said en el 2012 se cerraron con la condena a quince años de cárcel de dos oficiales de la policía por negligenci­a, una medida excepciona­l en un país donde las fuerzas de seguridad son muy impunes. Estos castigos, sin embargo, no impidieron que los aficionado­s quemaran la sede de la Federación Egipcia de Fútbol.

Lo más probable es que a partir de hoy los aficionado­s del Zamalek, conocidos como los Caballeros Blancos, busquen venganza.

Las aficiones de los clubs de fútbol son muy políticas y tuvieron un papel destacado en la revolución

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REUTERS Fuegos artificial­es quemaron el coche de policía junto al estadio Defensa Aérea

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