La Vanguardia

La Liga no es la Copa

El Espanyol no jugó bien, pero no hubiera perdido si Caicedo y Stuani no desaprovec­han dos clarísimas oportunida­des de gol

- JUAN ANTONIO CASANOVA Cornellà de Llobregat

El Espanyol de la Liga no fue el de la Copa y cayó en casa ante el Valencia. Se acabó la racha de Caicedo y, lo que es más relevante, también la del equipo en el Power8 Stadium, donde había ganado los cuatro últimos partidos.

El Espanyol de la Liga no fue el de la Copa. Se acabó la racha de Caicedo y, lo que es más relevante, también la del equipo en el Power8 Stadium, donde había ganado sus cuatro últimos partidos entre las dos competicio­nes. Sólo un equipazo muy sobrado podría haber salido vivo después de desaprovec­har las dos clamorosas oportunida­des de marcar que tuvieron dos goleadores como Caicedo (con 0-0) y Stuani (con 0-1). Y, evidenteme­nte, no es ese el caso de los blanquiazu­les, a quienes tanto le cuesta habitualme­nte generarlas. Por si fuera poco, los dos tantos visitantes llegaron mediante sendos errores. uno del propio Caicedo y otro de Pau López, titular por primera vez en la Liga (en la que debutaba Duarte) por la sanción de Casilla.

Casi todo perdido con el 0-2, el gol de Sergio García –mala tarde la suya, otro problema irresolubl­e– a última hora solo sirvió para dar un poco de emoción a los 4 minutos de añadido, que no fueron ni la mitad porque el árbitro acabó perdiendo los papeles en medio de interrupci­ones continuas. Habría sido más justo un empate, pero unos errores tan graves en unas acciones tan determinan­tes fueron un suicidio.

Menos un gran fútbol, ni goles, ya hubo un poco de todo en la primera parte, con el contraste de estilos claramente planteado desde el comienzo. El Valencia dominaba el centro del campo con un largo entramado de pases en el que Parejo no dudaba en retrasar mucho su posición y los dos laterales, Barragán y Gayà (este, el último objeto del interés del Real Madrid), proyectánd­ose hacia delante. El Espanyol, a lo suyo. A la contra, procurando no perder la posición en defensa y buscando recuperar el balón en el centro del campo como única manera de producir algo desde ahí.

Después de unos minutos de insistenci­a local, con tres cór- ners, el Valencia recuperó el mando y en el breve lapso de dos minutos, entre el 18 y el 20, tuvo dos buenas oportunida­des de marcar. En la primera, Rodrigo envió un zurdazo al poste y el rechace lo desaprovec­hó Piatti. En la segunda, Pau López (bastante más nervioso al principio que en los partidos de Copa) dejó muerto el balón en un centro-chut de Parejo, pero pudo despejar la defensa.

Al otro lado del campo, Sergio García y Caicedo apenas aparecían. Les llegaban pocos balones y cuando los tenían los perdían enseguida. Pero el ecuatorian­o tu-

A las ocasiones perdidas en el área visitante, se sumaron los errores en los dos goles visitantes El Valencia sufrió tras el 0-2, pero al final todo fueron faltas y discusione­s

vo la ocasión más clara (27), en una acción primorosam­ente iniciada, llevándose la pelota en el área entre tres rivales, como si se la hubiera escondido en el bolsillo, y muy mal acabada, porque su chut, demasiado flojo, lo desvió Diego Alves en un alarde de reflejos. El remate parecía más fácil que lanzar un penalti. Ya no tendría otro para prolongar su racha, que queda en siete partidos seguidos marcando un gol en casa, ocho tantos en total.

Ya no estaba Enzo Pérez (el fichaje más costoso del mercado de invierno en España, 25 millones, que se las había tenido tiesas con Víctor Sánchez) y el segundo tiempo no tenía un dominador claro, porque ambos equipos perdían continuame­nte la pelota, hasta que uno de esos errores, de Caicedo cerca del círculo central, volvió a cambiar el balón de dueño y Piatti no perdonó. El partido se embroncó, el auxiliar del ataque local no se enteraba de nada y todo eran trabas para un Espanyol incapaz de montar una jugada. Hasta el minuto 81, cuando Sergio García lo hizo bien por primera vez. Recibió en el área un balón de Lucas Vázquez y se lo regaló a Stuani, que sin portero no tenía más que empujarlo a la red. Pero el uruguayo vio el gol hecho antes de rematar y lo hizo tan flojo que permitió a Gayà despejar bajo los palos. Únicamente habían tenido dos ocasiones los blanquiazu­les, pero eran dos goles hechos.

La segunda aparición del capi-

tán sí dio fruto mediante un gran zurdazo, pero cuando otro golpe de infortunio, éste al rebotar en Pau López y entrar un balón que Parejo había enviado al poste en una falta desde 25 metros, lo había puesto casi imposible con el 0-2. Aun así, el Valencia no tuvo el control necesario para matar el partido y sufrió en un par de balones sobre su área, aunque al otro lado Pau frustró un tiro claro de Parejo. Pero hubo más tarascadas, discusione­s y tarjetas que tiempo real de juego y se consumó el castigo para un equipo que deberá dar un salto de calidad en San Mamés para salir de allí con opciones de estar en la final de Copa. El gran objetivo.

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El partido fue más bronco que limpio y el árbitro lo permitió
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XAVIER GÓMEZ

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