Yemen en caída libre
La crisis yemení con sus últimos estertores tiene mucho más de muerte política que de episodio militar. Y es que este país de glorioso –y muy, muy, lejano– pasado está aquejado de una pobreza extrema (ingresos anuales de mil dólares por habitante y año), una adicción nacional a una planta opiácea que anula la laboriosidad de la gente y políticamente no es un Estado, sino un puñado de tribus sin conciencia nacional. Para terminar, Yemen es vecino de la riquísima Arabia Saudí, que dilucida allá política y militarmente las discrepancias de los gobernantes de Riad.
Oficialmente, Yemen es una nación suní, pero la tribu más poderosa del país es la de los hutíes, que son zaidíes –una rama chií– y están apoyados generosamente por Irán, tradicional gran rival político y religioso de Arabia Saudí. Mientras en Riad imperó cierta unanimidad política, las tensiones yemeníes no pasaron de problemas locales. Entre otras cosas, porque la ayuda económica y militar saudí al Gobierno de Saná ascendió en los últimos tres años a 4.000 millones de dólares, aparte de las ayudas prestados por otros estados suníes del golfo Pérsico.
Pero al coincidir la división política saudí con la aproximación entre Washington y Teherán, los hutíes aprovecharon la coyuntura para acorralar al Gobierno del presidente Mansur Hadi, que no había cumplido ninguna de las promesas hechas hace un par de años a los hutíes. Lo malo para la república es que los hutíes pueden derrotar actualmente a cualquier rival yemení, pero carecen de fuerza suficiente para dominar todo el territorio permanentemente.
Esa eventual hegemonía hutí resulta ahora aún más difícil porque
La tribu más poderosa del país es la de los hutíes, que son zaidíes, una rama chií
la lucha entre las tropas gubernamentales y las de la tribu ha sido aprovechada por la rama yemení de Al Qaeda (AQPA) para extender su control sobre más territorios en tanto que el antiguo Yemen del Sur (República Popular Democrática de Yemen), filocomunista hasta la unificación (1990) con Yemen del Norte, y su importante puerto de Adén vuelve a hacer alardes separatistas.
A la prepotencia hutí se suman fuerzas menores, pero que en el momento actual tienen un papel relevante, como la rama local de los Hermanos Musulmanes –el partido Islah– y el antiguo presidente Saleh. Este parece haber olvidado oportunamente sus diferencias de sus años presidenciales con los hutíes para apoyarlos ahora decididamente en la lucha contra el Gobierno yemení actual.