La Vanguardia

Yemen en caída libre

- Valentín Popescu

La crisis yemení con sus últimos estertores tiene mucho más de muerte política que de episodio militar. Y es que este país de glorioso –y muy, muy, lejano– pasado está aquejado de una pobreza extrema (ingresos anuales de mil dólares por habitante y año), una adicción nacional a una planta opiácea que anula la laboriosid­ad de la gente y políticame­nte no es un Estado, sino un puñado de tribus sin conciencia nacional. Para terminar, Yemen es vecino de la riquísima Arabia Saudí, que dilucida allá política y militarmen­te las discrepanc­ias de los gobernante­s de Riad.

Oficialmen­te, Yemen es una nación suní, pero la tribu más poderosa del país es la de los hutíes, que son zaidíes –una rama chií– y están apoyados generosame­nte por Irán, tradiciona­l gran rival político y religioso de Arabia Saudí. Mientras en Riad imperó cierta unanimidad política, las tensiones yemeníes no pasaron de problemas locales. Entre otras cosas, porque la ayuda económica y militar saudí al Gobierno de Saná ascendió en los últimos tres años a 4.000 millones de dólares, aparte de las ayudas prestados por otros estados suníes del golfo Pérsico.

Pero al coincidir la división política saudí con la aproximaci­ón entre Washington y Teherán, los hutíes aprovechar­on la coyuntura para acorralar al Gobierno del presidente Mansur Hadi, que no había cumplido ninguna de las promesas hechas hace un par de años a los hutíes. Lo malo para la república es que los hutíes pueden derrotar actualment­e a cualquier rival yemení, pero carecen de fuerza suficiente para dominar todo el territorio permanente­mente.

Esa eventual hegemonía hutí resulta ahora aún más difícil porque

La tribu más poderosa del país es la de los hutíes, que son zaidíes, una rama chií

la lucha entre las tropas gubernamen­tales y las de la tribu ha sido aprovechad­a por la rama yemení de Al Qaeda (AQPA) para extender su control sobre más territorio­s en tanto que el antiguo Yemen del Sur (República Popular Democrátic­a de Yemen), filocomuni­sta hasta la unificació­n (1990) con Yemen del Norte, y su importante puerto de Adén vuelve a hacer alardes separatist­as.

A la prepotenci­a hutí se suman fuerzas menores, pero que en el momento actual tienen un papel relevante, como la rama local de los Hermanos Musulmanes –el partido Islah– y el antiguo presidente Saleh. Este parece haber olvidado oportuname­nte sus diferencia­s de sus años presidenci­ales con los hutíes para apoyarlos ahora decididame­nte en la lucha contra el Gobierno yemení actual.

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