La Vanguardia

Un fin de semana embrutecid­o

- Joaquín Luna

La desgracia de vivir sin una esposa al lado no es que llegue San Valentín y te quedes con ganas de sorprender­la. Lo peor es el embrutecim­iento en el que he incurrido este fin de semana por no tener una compañera con criterio que, a buen seguro, habría cortado de raíz mi intención de entregarme al deporte de proximidad.

La última mujer de mi vida ignoraba los planes para el finde y bastante hizo avanzada la madrugada del viernes con parar en la calle Còrsega porque el señorito quería churros y en el número 341 está la Trébol, cuyo cierre me dolería más que el de El Bulli. –¿Haces algo el fin de semana? –Buff, descansar. Se empieza con excusas piadosas y se termina embrutecid­o. –Uuuuu, uuuu, uuuuu. Encendido y abarrotado –3.000 personas– un sector no minoritari­o del Pavelló de la Vall d’Hebron –para qué mentir– dedicaba anteanoche el grito racista a Frank Muñoz, púgil negro y de Ciutadella. “Cuando era pequeño, en toda Ciutadella sólo había otro niño negro y yo”, dijo antes del “combate del siglo” –o sea, un ajuste de cuentas– contra la leyenda de la Catalunya del kickboxing, César el Cazador Córdoba. Nuestro menorquín perdió con claridad pero no se abstuvo de nada: dedicó una botifarra al público y vaciló al rey del mambo local, algo muy mal visto en el deporte de proximidad.

El combate de semifondo enfrentó a Javier García Roche, el Chatarrero, con un nicaragüen­se estilista llamado Aguilar. García Roche es uno de esos personajes de la vida local que no salen en TV3, hijo orgulloso de chatarrero y cacique del gremio en Sant Adrià de Besòs, donde ha montado el impagable –y no muy edificante– Chatarras Palace, que es a la vez empresa, gimnasio y escenario de peleas amistosas entre conocidos y empleados.

El nica metió buenas manos y fue indiscutib­le vencedor. Yo me dije: como pierda, me chivo de la velada al conseller Homs. El speaker anunció “por decisión de dos jueces contra uno, ganador a los puntos... García Roche”. El móvil de Homs estaba fuera de servicio y García Roche ya se iba con la copa del ganador cuando el speaker reapareció: “¡Ha habido un error! ¡El ganador es Aguilar!”.

Yo no devuelvo la copa. Eso dijo sin hablar el Chatarrero, jaleado en su santa Rita por los suyos, una multitud. ¡Qué noche! (Corrí luego a ver los Goya, porque gustan a las mujeres y así no se dan cuenta del tipo de individuo con el que a veces se juntan).

Nada mejor que más deporte un domingo por la mañana: sufrir con el Europa (1 a 0 al Masnou). Sentado detrás del banquillo visitante, oí al míster del Masnou amedrentar al juez de línea.

–¿Por qué no te callas? –gritó un europeísta justiciero–. –Porque no me sale de los huevos. La respuesta del míster del Masnou me dio que pensar: o dejas esto del deporte de proximidad o te casas.

Nuestro menorquín perdió la pelea pero no se abstuvo de nada y dedicó una peineta al público

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