La Vanguardia

OTROS CASOS

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Teresa, cocinera. Vive en Toledo, 50 años. Ha tenido dos cánceres de mama y había cotizado quince años cuando la diagnostic­aron. En julio aceptó una oferta de trabajo, pero a los 15 días le dieron la baja, no podía trabajar y no pudo reincorpor­arse: era un contrato temporal.

Anabel, oficinista. De Lugo, 44 años. Ha trabajado en empresas de distribuci­ón. Cáncer en las dos mamas y axilas. El año que viene va a juicio porque le han desestimad­o su incapacida­d permanente. Sí le han reconocido el 24% de discapacid­ad. “Con el 33% podría pedir adaptacion­es en mi empresa y volver a trabajar”. Sigue en tratamient­o.

Raquel, marinera. “Me dijeron que no cogiera peso ni hiciera fuerza porque el brazo se me hinchaba”, cuenta esta pescadora de Moaña (Pontevedra) que jala de los cabos y carga la pesca, “porque no puedo sobrevivir de otro modo”. Cáncer de mama en el 2010, en enero del 2012 consiguió una incapacida­d permanente total y en octubre se la retiraron.

Alejandra, autónoma. Tiene una mercería en Valencia y es autónoma. 55 años. Le fue denegada la incapacida­d permanente en un primer momento –tenía que seguir pagando los autónomos– y la logró el año pasado: 633 euros. “Ahora quiero salir del cáncer, la primera revisión ha ido bien, y liquidar el negocio para sobrevivir”. Tiene una discapacid­ad reconocida del 69%.

Manuela, limpiadora. 45 años, vive en Ourense. Le han reconocido la incapacida­d permanente total –un 55% de la base reguladora–, por lo que no le alcanza para vivir sola y sin otras ayudas familiares.

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