Siete familias de Sant Vicenç de Montalt claman por agua y luz
“Tenemos cinco ancianos enfermos y veinte niños viviendo sin agua y luz”. Es el grito de desesperación que lanza Antonio Jiménez, el patriarca de las siete familias que desde hace casi tres años ocupan unas casas a medio construir en plena urbanización de lujo Balcó del Maresme en Sant Vicenç de Montalt (Maresme), para justificar la colocación de pan- cartas reclamando la atención de las administraciones. El Ayuntamiento, consultado sobre este caso, declina hacer declaraciones.
Las familias gitanas que viven en las viviendas, durante el verano pudieron subsistir con pequeños grupos electrógenos alimentados con energía fotovoltaica, pero ante el crudo invierno el suministro “no da ni para una bombilla”, por lo que se ven obligados a utilizar sistemas a la antigua usanza, como bidones donde constantemente queman madera, con lo que mínimamente logran subir unos grados la temperatura. “Intentamos llamar la atención con las pancartas” en las que reclamaban una solución, pero el resultado fue “que la policía nos pidió que las retirásemos y así lo hicimos”. Claman por agua “para poder lavarnos” y electricidad, “que no nos negamos a pagar”, y acusan directamente al alcalde, Miquel Àngel Martínez i Camarasa, “de no tener humani- dad, ya que es vecino y no quiere ni hablar con nosotros”.
La situación, según otras fuentes oficiales, está encallada en el Consistorio ya que, para intervenir, el Departament d’Habitatge de la Generalitat exige un acuerdo de las fuerzas políticas para impulsar “una mesa de urgencia” y así poder trabajar con cada uni- dad familiar una salida digna, “como la búsqueda de viviendas sociales” de protección oficial. Para ello, el Ayuntamiento de origen debe avalar el pago del alquiler. Según ha podido constatar este diario, la junta de gobierno del Ayuntamiento de Sant Vicenç, integrada por seis concejales de CiU y uno del PSC, precisamente el que tiene responsabilidades en servicios sociales, ha decidido no avanzar en este sentido.
Las familias que ocupan las viviendas de lujo que dejó a medio construir el narcotraficante Joaquín Moreno Mariñosa, principal accionista de la promoción realizada por la empresa Brava-parc en el Balcó del Maresme, entienden las dificultades burocráticas que entraña no disponer de cédula de habitabilidad, por lo que las compañías les niegan la contratación de contadores. Ponen como ejemplo otros asentamientos gitanos en los que los gobiernos han accedido a instalar contadores de servicio provisionales, como los que se colocan durante las obras.
Los afectados alertan de la falta de servicios básicos en una urbanización de lujo inacabada