Nuevos paisajes para evitar grandes fuegos
Según un estudio, 11.400 hectáreas de masa forestal del Alt Empordà podrían convertirse en pastos y cultivos para prevenir incendios
Como no podía ser de otra manera, la naturaleza se ha abierto paso entre las cenizas. Los árboles y los matorrales arrasados por el gran incendio del Alt Empordà ya muestran más vida que muerte. Han pasado dos años y medio desde que las llamas, avivadas por una fuerte tramontana, se cobraron cuatro víctimas y calcinaron durante ocho días más de 13.000 hectáreas en diecisiete municipios. Trazar un mosaico de huertos y sembrados que hagan de cortafuegos naturales y crear franjas de protección ha sido desde entonces uno de los principales caballos de batalla de muchos de los afectados. En un área de 66.260 hectáreas (que incluye las Garrotxes d’Empordà, las Salines-la Albera, los Aspres y el Cap de Creus), se podrían convertir hasta 11.400 hectáreas, que ahora son forestales, en cultivos y pastos; es lo que determina un estudio de Iaeden-Salvem l’Empordà. Una teoría de la que ayuntamientos y agricultores recelan: los primeros, porque el 80% de los bosques son de titularidad privada, y los segundos, por la poca viabilidad de la propuesta a no ser que ofrezca ayudas económicas suplementarias.
Hasta los años cincuenta no había grandes incendios en esta zona, ya que la actividad agrícola y la diversidad del paisaje ejercían la función de prevención natural. Donde ahora hay bosques, el informe detalla como posibles pastos 10.000 hectáreas (15,1% del total) en Darnius, Capmany, La Jonquera, Colera y Portbou, entre otros (esta superficie se añadiría a las 1.800 hectáreas dedicadas ya al forraje). Y, como posibles cultivos, 1.400 hectáreas (2,1% del total) en Darnius, Capmany y La Jonquera por citar algunos (extensión que se sumaría a las 300 hectáreas de sembrados actuales).
“El cultivo implica un cambio radical en la composición del terreno y afecta a muchas especies y hábitats protegidos o amenazados, como la tortuga mediterrá- nea. Por eso, hemos tenido que excluir una gran área”, precisa el doctor en Ecología Josep Rost, coautor del estudio, junto a Emma Soy. “Pero el efecto devastador del cultivo se reduciría si estos espacios agrícolas fueran gestionados con agricultura ecológica de viñedos y olivos, con lo que las hectáreas de sembrado se incrementarían significativamente”. Las zonas aptas o muy aptas para la transformación sólo representan una cuarta parte del total de la superficie. Hoy, de las 66.260 hectáreas, un 46% son masa forestal (alcornoques y encinas), 32% matorrales, 7% cultivos, 4% pastos y 11% otros usos.
Los consistorios coinciden en que, ante todo, es necesario un compromiso de los propietarios de los bosques. “La mayoría de la masa forestal de La Jonquera está en manos privadas. Si no lo limpian ellos, lo
Los ayuntamientos y los agricultores recelan del informe por la dificultad de llevarlo a la práctica
haremos nosotros subsidiariamente porque la gestión forestal efectiva es prioritaria para evitar grandes incendios”, afirma la alcaldesa, Sònia Martínez, que esta semana se reunirá con técnicos del consejo comarcal para concretar franjas de seguridad prioritarias en el municipio, uno de los más afectados por el fuego. En Darnius, donde se quemó un 30% de la superficie, el alcalde, Eduard Payrà, añade: “La prevención ha de ser constante”. El sindicato Unió de Pagesos, por su parte, considera que el estudio hace un buen diagnóstico, pero lamenta la dificultad de llevarlo a la práctica. “No sólo porque requiere incentivos económicos sino también por la falta de agricultores”, advierten.