Kerli, la estrella báltica de la electrónica
Fiel a su look diferencial, la artista ultima su tercer disco
Es una estrella en su país, Estonia, pero su música alegre trasciende fronteras, así como su estilismo, tan personal como estrafalario. A sus 28 años recién cumplidos, Kerli está en un clímax de su carrera, a punto de editar su tercer disco.
La trayectoria de esta cantante y compositora va íntimamente ligada a la migración que ha vivido. Nacida en Elva, una pequeña población de 5.700 habitantes rodeada de bosque, Kerli Koiv pronto supo que quería mudarse y conocer mundo. Y así fue. Pero antes, con 4 años, vivió un acontecimiento histórico que marcó su ulterior carrera, la independencia de Estonia con respecto a la Unión Soviética. Tal fue la influencia de este hecho en Kerli que la propia artista confiesa que su estilo es fruto de las dificultades que soportó al crecer en la Estonia poscomunista.
Además de unas buenas aptitudes por el baile, el interés por la música afloró en la autora de Utopia desde su paso por la escuela. Su sueño –una carrera musical que le permitiera viajar por el mundo– estaba a punto de verse cumplido. Y la televisión fue su catapulta, una versión báltica de American Idol en la que ganó. Aunque el mayor premio fue un contrato con la discográfica Def Jam, el artífice de que con 16 años abandonara los estudios y emprendiera la primera de sus odiseas, estableciéndose en Estocolmo.
Así fue como el 2008 llamó la atención con Love is dead, del que se extrajo el exitoso single Walking on air, y que algunos definieron con un neologismo: bubblegoth. ¿Su explicación? Que en lugar del negro típico de la estética gótica se inclinaba por el rosa, de ahí la aproximación a la goma de mascar. Y que, además, sus animadas composiciones re- cibían el maquillaje de sonoridades oscuras de sintetizadores.
Cuatro años después editó Utopia, una obra rebosante de energía positiva en la que abandonaba el pop-rock para inclinarse por la música electrónica, su sello de identidad. Sin embargo, unas discrepancias con la discográfica frustraron la expansión del disco, razón por la cual Kerli decidió abandonar el sello.
Aparte de su carrera solista, esta seguidora de los islandeses Björk y Sigur Rós también ha destacado como compositora. Uno de sus mayores logros ha sido la balada Skyscraper, todo un éxito de Demi Lovato. También participó en Almost Alice, una colección de temas inspirados en el filme de Tim Burton Alicia en el país de las maravillas, y su más reciente colaboración es Raindrops, en la que canta junto al artista norteamericano de música de baile SNBRN.
Con miras a su próximo disco, Kerli asegura haber recuperado el cariz pensativo inspirado por su patria, colorida y melancólica a la vez. Esa bipolaridad está también diagnosticada en su personalidad, según ha manifestado la artista, que el año pasado se vio sumida en una depresión. Sin embargo, actualmente la ilusión vuelve a encandilarla. “Mi mayor reto es eliminar el miedo de mi forma de ser”, comentó en Facebook para sus seguidores, los Moon Children. “Puedo hacerlo todo. La superación personal es lo más importante de mi vida, incluso más que la música, ya que sin toda la fuerza que hay en mí nunca podría crear lo que me dicta el corazón”.
Este positivismo ha propiciado que Kerli, afincada en Los Ángeles, haya decidido comprar un terreno en Estonia donde construirse una casa. No será convencional, por supuesto. Pero tras abandonar el país con 16 años, la añoranza es mayúscula. Como su determinación y descaro.
Rebosante de ilusión, la cantante estonia e icono del ‘bubblegoth’ planea volver a su país