Cristina Fernández
PRESIDENTA DE ARGENTINA
Con una grave crisis económica, que se traduce en una inflación del 30%, el malestar se extendido por la sociedad argentina, sin que el Gobierno de Cristina Fernández haya sabido hasta ahora cómo reflotar la situación.
Ayer parecía sábado en las principales ciudades argentinas. Las centrales obreras opositoras al gobierno kirchnerista convocaron la primera huelga general de un año electoral y prometieron que no será la única. No todos los sindicatos peronistas se sumaron al paro, pero al ser apoyado por casi todo el sector del transporte, la mayoría de los trabajadores no pudo llegar a sus empresas y la huelga fue un éxito.
Aviones, autobuses, trenes, metro y gasolineras no funcionaron. Además, los piquetes se instalaron a primera hora en los accesos a Buenos Aires para evitar que los coches pudieran entrar en la capital. Los piquetes se levantaron a mediodía, cuando ya se había logrado el objetivo.
La única reivindicación de los sindicatos es la supresión del impuesto sobre la renta. Una paradoja, teniendo presente que la mayoría de los trabajadores –incluidos muchos de los que ayer pararon– no están afectados por este tributo, al ganar menos de 15.000 pesos (1.680 euros).
“Están parando por defender a los sueldos altos de otros gre- mios”, denunció ayer el primer ministro, Aníbal Fernández. El Gobierno alega que el impuesto sobre la renta sólo afecta al 10% de los trabajadores, con ingresos más elevados. Por su parte, las centrales obreras esgrimen el 30% de inflación para justificar su demanda, pese a que los sectores más sindicados han logrado aumentos salariales del 40%.
No obstante, esta cuarta huelga general contra la presidenta Cristina Fernández –la quinta contra el kirchnerismo– es sobre todo política. El paro es funcional para los intereses de los candidatos presidenciales opositores, de corte conservador, que no se han posicionado abiertamente contra la huelga y a quienes viene bien un escenario conflictivo en el final del mandato de Fernández, que no puede postularse a la reelección en octubre pero aspira a retener el poder apoyando a algún candidato afín.
Tras el avance de las causas por corrupción que salpican a la presidenta, el año político comenzó con la extraña muerte del fiscal Alberto Nisman. Los sindicatos peronistas, cuyos dirigentes están vinculados a los líderes opositores, contribuyen ahora a calentar el ambiente y ya anuncian una nueva huelga general, de 36 horas, para el 15 de abril.