La Vanguardia

Cristina Fernández

- ROBERT MUR

PRESIDENTA DE ARGENTINA

Con una grave crisis económica, que se traduce en una inflación del 30%, el malestar se extendido por la sociedad argentina, sin que el Gobierno de Cristina Fernández haya sabido hasta ahora cómo reflotar la situación.

Ayer parecía sábado en las principale­s ciudades argentinas. Las centrales obreras opositoras al gobierno kirchneris­ta convocaron la primera huelga general de un año electoral y prometiero­n que no será la única. No todos los sindicatos peronistas se sumaron al paro, pero al ser apoyado por casi todo el sector del transporte, la mayoría de los trabajador­es no pudo llegar a sus empresas y la huelga fue un éxito.

Aviones, autobuses, trenes, metro y gasolinera­s no funcionaro­n. Además, los piquetes se instalaron a primera hora en los accesos a Buenos Aires para evitar que los coches pudieran entrar en la capital. Los piquetes se levantaron a mediodía, cuando ya se había logrado el objetivo.

La única reivindica­ción de los sindicatos es la supresión del impuesto sobre la renta. Una paradoja, teniendo presente que la mayoría de los trabajador­es –incluidos muchos de los que ayer pararon– no están afectados por este tributo, al ganar menos de 15.000 pesos (1.680 euros).

“Están parando por defender a los sueldos altos de otros gre- mios”, denunció ayer el primer ministro, Aníbal Fernández. El Gobierno alega que el impuesto sobre la renta sólo afecta al 10% de los trabajador­es, con ingresos más elevados. Por su parte, las centrales obreras esgrimen el 30% de inflación para justificar su demanda, pese a que los sectores más sindicados han logrado aumentos salariales del 40%.

No obstante, esta cuarta huelga general contra la presidenta Cristina Fernández –la quinta contra el kirchneris­mo– es sobre todo política. El paro es funcional para los intereses de los candidatos presidenci­ales opositores, de corte conservado­r, que no se han posicionad­o abiertamen­te contra la huelga y a quienes viene bien un escenario conflictiv­o en el final del mandato de Fernández, que no puede postularse a la reelección en octubre pero aspira a retener el poder apoyando a algún candidato afín.

Tras el avance de las causas por corrupción que salpican a la presidenta, el año político comenzó con la extraña muerte del fiscal Alberto Nisman. Los sindicatos peronistas, cuyos dirigentes están vinculados a los líderes opositores, contribuye­n ahora a calentar el ambiente y ya anuncian una nueva huelga general, de 36 horas, para el 15 de abril.

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MARCOS BRINDICCI / REUTERS Los piquetes bloquearon ayer los accesos viarios a Buenos Aires

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