‘Headless chicken’
Desde el 2010 (sentencia del TC), los partidarios de una tercera vía se han comportado como Mike, la gallina descabezada ( The headless chicken), que vivió 18 meses de inercia, a pesar de que su dueño le había cortado la cabeza. Argumentaban en términos de voluntariosa cordialidad o inquietud, pero el terreno de juego se lo habían apropiado los dos adversarios irredentistas: los partidarios de una España en la que la catalanidad sea considerada un ingrediente menor; y los partidarios de seccionar Catalunya de España como respuesta a la sentencia del TC, pero también como culminación lógica de la construcción nacional iniciada en el siglo XIX. El nacionalismo español siempre se ha inspirado en la homogeneidad francesa y nunca ha podido tolerar la diferencia (en especial cuando la diferencia catalana, a pesar de ser minoritaria, se ha propuesto pervivir en plano de igualdad con el componente castellano mayoritario). El nacionalismo catalán, hijo de la diferencia cultural y económica, consolida con Pujol la mirada del idealismo alemán sobre Catalunya; y esa mirada sólo puede completarse en un Estado. En cambio, la tercera vía, más allá de la antipática “conllevancia” de Ortega, daba por hecho que la victoria de una de las partes en el conflicto causaría más traumas que soluciones: valía la pena, por consiguiente, positivar la diferencia, como se intenta hacer en Europa. Una España consciente de su diferencia era un buen laboratorio de la Europa unida.
Pero, a la hora de la verdad (2010-2014), la tercera vía quedó muda y decapitada. Ha cedido por todos lados. Sectores procedentes del PSC, por ejemplo, están nutriendo el irredentismo español al dar por hecho que el problema es el independentismo, cuando es evidente que la fuerza del indepen-
A la hora de la verdad, entre el 2010 y el 2014, la tercera vía quedó muda y decapitada
dentismo se explica por la restricción con la que, desde Aznar, las élites españolas han reescrito el pacto ambiguo y tolerante de la Constitución de 1978. Otro sector del PSC ya negocia con ERC para las listas municipales. El débil PSC resultante está en riesgo de ser succionado por el PSOE, con lo que su especificidad está en peligro (como lo está todo aquello que el PSC ha contribuido a construir: el consenso lingüístico, por ejemplo).
La debilidad del PSC queda levemente compensada por la aparición de Construïm, que enseguida ha sido caricaturizado como “el refugio de Duran” por la mayoría de opinadores catalanes, aunque los nombres que hay detrás (Alfred Pastor, César Molinas o Francesc Torralba, entre otros) merecen, por valía y trayectoria, más respeto. Saben, sin duda, que respeto no tendrán. No mientras pugnen por devolver la voz y la cabeza a la tercera vía. Durante años, los terceristas han querido creer que la partida se resolvería en términos de pacto. Pero ahora empiezan a darse cuenta de que se resolverá en términos de fuerza. Victoria o derrota. Deben de haber tomado conciencia de que es necesaria una enérgica redefinición del espacio político nacional. Un espacio que los dos antagonistas se zampan, convencidos de que se han quedado solos.