La Vanguardia

Al final no se salva ni Dios

- Quim Monzó

Estoy hasta la coronilla del uso abusivo de la palabra spoiler. Siempre se han hecho spoilers, pero lo que decía quien quería evitar saber demasiados detalles de una peli o de una serie era “No me expliques la trama” o “No quiero saber el final”. Pero con la importació­n de la palabra inglesa la tendencia se ha desatado hasta límites grotescos. No puedes decir ni mu de ninguna ficción porque enseguida aparece alguien que te riñe: “¡Spoiler!”.

Ahora mismo los diarios han remarcado la semejanza entre la catástrofe del avión estrellado en los Alpes y el primer episodio de Relatos salvajes de Damián Szifron. Pues bien, además de analizar en qué coinciden y en qué no la peli y la catástrofe, ya he oído gente que critica que se haga público el paralelism­o porque así nos explican el final de la primera historia.

A mí, saber momentos clave del desarrollo de un filme no me ha preocupado nunca. Confieso que cuando vi La pasión de Anna de Ingmar Bergman el final me dejó boquiabier­to: la cámara acercándos­e a Max von Sydow con un lento zoom hasta que llega tan cerca que las imágenes se convierten en granos de celuloide que ha- cen del personaje un mar de bacterias vistas a través de un microscopi­o. ¿Mi sorpresa habría sido la misma si ya hubiese sabido cómo acababa? No. Pero la habría disfrutado igual. Muchas veces, antes de empezar una nueva temporada de una serie televisiva, la busco en la Wikipedia inglesa para saber exactament­e qué encontraré. Entonces disfruto del desarrollo que lleva a la última secuencia. Con los libros, a veces, antes de empezarlos por el principio leo las páginas finales. ¿Qué spoilers se pueden hacer de Rayuela de Julio Cortázar, un libro que puedes leer como te parezca, zambullénd­ote ahora en un capítulo y luego en otro, sin ningún orden obligado?

Estos días, Michael Kelly, el actor de House of cards, ha pedido a los que se quejan de que Netflix haya hecho spoilers del inicio de la tercera temporada que se calmen un poco. Dice Kelly que hay spoilers malintenci­onados (los se que hacen para fastidiar a los demás) y spoilers inevitable­s, porque si no no podríamos hablar de nada. Si hilamos delgado, cuando hablamos de una ficción todo puede ser un spoiler. Dice también que los espectador­es han tenido todo un año para acabar de mirar la segunda temporada y que lo importante es ver cómo se llega a un punto determinad­o de la historia, lo sepas previament­e o no.

Estamos en Semana Santa y conviene recordar que la pasión de Jesús se repite año tras año, década tras década, siglo tras siglo. La leemos en los libros de historia sagrada y la vemos en las pelis y en los teatros cada vez que la representa­n, con Olesa y Esparregue­ra al frente. Todos sabemos que acaba con el protagonis­ta crucificad­o y no recuerdo que en la escuela nadie se quejase: “Me habéis explicado el final... ¡Me habéis hecho un spoiler!”.

¿Hacen spoilers quienes explican la semejanza entre la catástrofe de los Alpes y ‘Relatos salvajes’?

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