La Vanguardia

Correbous, castells y tiro al pie

- Joaquín Luna

El soberanism­o ha dado una lección: ya que la lluvia no parece llamada a fastidiar la Semana Santa, dejemos a la gente tranquila y hagamos un plan exprés para la independen­cia sin cámaras, sin ruido y –alabado sea el Señor– sin hacer historia.

Yo no entiendo de política catalana y les pido disculpas porque no hallarán luz en estas líneas. Sólo perplejida­d, lamento y un punto de guasa: correbous, castells y ahora la pasión por el deporte del tiro al pie (propio).

Como quien no quiere la cosa, como si esto fuera una broma, el frente CDC-ERC anuncia con la boca pequeña un pacto para romper con España en un plazo de 18 meses. Y lo detallan. Francament­e, ni el plan Pons aquel de belleza en siete días...

¿Nos hemos bebido el entendimie­nto? ¿Así esperan ganarse el apoyo de la Unión Europea? ¿Se acorrala uno a base de errores de cálculo y después cierra las salidas de emergencia?

En teoría, un unionista de primera hora debería de estar dando saltos de alegría ante el panorama o cargando la suerte de picar al toro (es decir, agrandando la herida).

¡Qué curiosa es la vida! El proceso soberanist­a cobró impulso el día que el Parlament prohibió –bonita palabra– los toros por españolist­as y a día

Y cuando queramos negociar otra financiaci­ón seremos más débiles que cuando todo esto empezó

de hoy el panorama puede ser descrito en términos taurinos: CDC y ERC hacen otro brindis al sol, los primeros espadas se esconden en el burladero mientras dejan a los peones de brega con un toro áspero – vender en Semana Santa un plan low cost para la independen­cia– y aumenta la división de opiniones en los tendidos. ¡Música, maestro!

Pues no. Los toros me apasionan pero este espectácul­o no me gusta: vamos camino de una función de la banda del Empastre, los enanitos toreros y el Platanito, un sucedáneo del Cordobés cuya arrebatada voluntad –y manifiesta incompeten­cia– hacía reír a la España casposa de los sesenta.

¿Creen ERC y CDC que con una victoria justita –en el mejor de los casos– en unas elecciones regionales –así las interpreta­n en París, Bruselas o Berlín salvo si obtienen un 80% como Salmond antes de ir a Londres– van a alcanzar la muy ambiciosa meta anunciada anteayer? Ya no les cuento pactar un referéndum de verdad con Madrid, que muchos catalanes apoyaríamo­s...

Somos una nación sin Estado. Y sin hombres de Estado. Se nota. Mantenemos un pulso arrogante desde la inferiorid­ad y en lugar de recuperar el sentido de la mesura, la oportunida­d y la paciencia, vamos de aventura en aventura, de tiro al pie en tiro al pie...

Barrunto que dentro de 18 meses Catalunya seguirá siendo una cierta España pero con este viaje a ninguna parte todos los catalanes habremos perdido. Energías, tiempo, estima y respeto. Y cuando queramos negociar una financiaci­ón más justa u otro encaje constituci­onal seremos más débiles que cuando empezó todo esto.

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