Un cura nada clerical
Técnico editorial de larga experiencia, Josep Poca fue editor –en el sentido anglosajón de la palabra– de los extensos dietarios de Maurici Serrahima, un documento que no ha sido aún suficientemente valorado por lo que tiene de aportación al conocimiento de la vida cultural y política bajo el franquismo.
Ahora Poca ha escrito unas memorias que explican toda una época: Un capellà gens clerical, un polític poc polític. Como cuando, siendo vicario de El Vendrell, soltó “¡Basta de Constantinos en la historia de la Iglesia!”. “Que conste que lo dije con toda la buena fe del mundo –precisa–, pero vi de golpe que muchas de las miradas de los fieles se dirigían al señor Constantí, presente en el templo y cabecilla falangista”.
Y también la armó gorda cuando se negó a que la Guardia Civil acompañara una procesión, como era costumbre durante el nacionalcatolicismo. Esto ya era en tiempos del Concilio, en esa efervescente década de los sesenta que fue prodigiosa para la apertura de la Iglesia a la modernidad.
Pero los cambios no llegaron al celibato obligatorio de los clérigos y Poca, como tantos otros, colgó los hábitos y se casó. Se había enamorado, pero sin perder la fe ni la voluntad de servicio como cura. “¿Qué tenía que hacer?”. Un domingo, durante la misa, confesó a sus feligreses “que había intentado siempre predicarles la verdad del evangelio y que les había insistido en la necesidad de ser consecuentes en el compromiso que Jesús nos pedía. Que el alejamiento de ellos me sería duro, pero inevitable. Que me perdonaran, pero que para mí era un acto de fidelidad a la prédica que les ha- bía hecho”. Destaca en el prólogo Josep Massot i Muntaner, su editor en las Publicacions de l’Abadia de Montserrat, que “no es muy habitual en nuestro país que un sacerdote que se ha secularizado explique con claridad los motivos y proclame que todavía se siente sacerdote ( sacerdos in aeternum) –hasta el punto de haber ejercido alguna vez el ministerio con posterioridad– y sobre todo que se manifieste fiel a una fe cristiana que sigue siendo un punto de referencia importante para él”.
El testimonio de Poca contribuye a interpretar mejor toda una corriente de progreso, el de las parroquias en la época del escultismo y de las comunidades cristianas de base. Y una diáspora de secularizaciones que, vista en perspectiva, ha fecundado muy positivamente la cultura y la política de la Catalunya del último medio siglo.